Miguel Mihura es un autor al que ya no se recurre con frecuencia. Sí lo ha hecho Amelia Ochandiano con la Compañía Teatro de la Danza de Madrid (hasta ayer domingo en Sevilla, en el Lope de Vega), con la protagonización de Isabel Ordaz.

Miguel Ybarra Otín. Divertidísimo. ‘El caso de la mujer asesinadita’ (escrito por Mihura con la colaboración de Álvaro de Laiglesia) es un texto cómico en su tragedia, poético, crítico y amargo. Con un sello tan personal del autor que puede llevar a la duda al representarlo: valiente Amelia Ochandiano, que lleva la acción a un salón años 50-60, con una iluminación que narra también lo que pasa (tormenta, tragedia), una bonita banda sonora homenaje a Cole Porter (bailado en la época por Ginger y Fred y que supuso en la España de los 50 una entrada de aire fresco) y unas grandes interpretaciones (todas pretendidamente teatreras).

Enorme Isabel Ordaz (Mercedes, mujer burguesa, soñadora e infeliz) junto a todo un reparto a igual nivel: Francesec Albiol (Lorenzo, marido que en ella poco se interesa), Ismael Martínez (muy bien como el americano Norton y también magnífico como el indio en el sueño inicial: tierno e ingenuo, como tantos personajes de Mihura), Mamen Godoy y Sandra Ferrús (las criadas, simpatiquísimas, hartas las dos de servir), Ángel Burgos (Renato, el jardinero, ejemplo de soledad -como los demás personajes en realidad-) y Lola Baldrich (Raquel, la mecanógrafa).

Teatro del absurdo, amores que sólo se cumplen con la muerte. Mihura conocía bien al ser humano. Y en esta obra -menos representada que otras- el público -larga ovación- y Amelia Ochandiano le recuerdan pasados 104 años de su nacimiento y tras un poco celebrado centenario.

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