La Velá de Santa Ana es una de las citas más importantes de la temporada estival, reuniendo a cientos de personas en el barrio de Triana. Aunque no existe una fecha oficial, se suele celebrar durante las dos últimas semana del mes de julio. Terminaría el día 26 con la festividad de la Abuela del Señor.

El origen de la Velá de Santa Ana está relacionado con el rey Alfonso X, que sufrió una enfermedad ocular «que le llevó a encomendarse a la virgen de Santa Ana, con la promesa de que, si se curaba, levantaría un templo en su honor».

Y así fue, pues al recuperarse el monarca, las obras del templo comenzaron en el año 1266, dando comienzo a esta tradición entre los vecinos del barrio de Triana. Los trianeros comenzaron a reunirse las vísperas del 26 de julio para «velar» a la virgen toda la noche, he ahí el origen del nombre de la festividad.

Con el paso de los años, la fiesta fue perdiendo el carácter religioso de su origen. «Pronto, a ese tono más festivo y lúdico contribuyeron los bailes y cantes que se celebraban en las puertas de las casas».

El río Guadalquivir es el lugar en torno al que gira la festividad, además de los alrededores del templo, que permanece abierto toda la noche. «Pero tampoco hay muchos datos de las primeras Velás, sólo los testimonios que han pasado de boca en boca y lo escrito en los libros de tesorería de la parroquia de Santa Ana».

La Velá se renovó a principios del siglo XX, siendo una de sus principales novedades la introducción de la cucaña, en el año 1910. «La cucaña y otras implementaciones que se incluyeron en la Velá fueron gracias a Manuel Carriedo Pérez (1867-1930), teniente de alcalde en el Ayuntamiento de Sevilla a comienzos del siglo XX».

Durante los siglos en los que se ha celebrado, la Velá de Santa Ana, solo ha tenido dos parones, el primero con la Guerra Civil y la posguerra (que la pausó durante una década) y el segundo en 2020, durante la pandemia del coronavirus.