Ante el paulatino expolio del estado de bienestar, la pauperización de los servicos públicos, la banalización de la política, la claudicación de los medios de comunicación al mejor postor, la pérdida de esperanza en un futuro digno, el clima de desasosiego que campa entre una sociedad desorientada y a merced de una casta de políticos corruptos y banqueros sin escrúpulos, y el proceso de precarización de las enseñanzas públicas, me declaro en huelga. Esta columna semanal quedará por primera vez en blanco.

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