Pedro Sánchez en la segunda sesión de investidura / Congreso de los Diputados

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha asegurado en el Pleno del Congreso celebrado este miércoles que la posición de España respecto a la autonomía del Sáhara no se trata de un giro en la política exterior española, sino de un «paso más en el camino» iniciado ya en 2007, según ha recogido Europa Press.

Sánchez ha querido recordar que la posición actual del gobierno cuadra con la sostenida por José Luis Rodríguez Zapatero que afirmó que la autonomía al Sáhara bajo soberanía de Rabat, constituía una «contribución valiosa» para resolver este conflicto.

En este sentido, ha argumentado que tanto Mariano Rajoy como Zapatero mantuvieron el reconocimiento del plan de autonomía y entendieron la complejidad de este conflicto. «Lo que les pido es que valoren también esa complejidad», ha solicitado a los diputados de la cámara.

Pedro Sánchez, además, no da marcha atrás sobre su carta dirigida al Rey de Marruecos y recalca que considera la propuesta como «la base más seria, creíble y realista» para una solución, aunque asegura que «no hay desinterés ni desatención hacia el sufrimiento del pueblo saharaui» y que lo que busca es «contribuir a la superación de un conflicto enquistado y sin perspectiva de solución hasta el momento».

Confianza en la ONU

El presidente ha explicado que si ha dado este paso ahora es porque considera que se abre una «ventana de oportunidad para retomar las negociaciones» tras el nombramiento el pasado mes de octubre del nuevo enviado de la ONU para el Sáhara Occidental, Staffan de Mistura, después de dos años en el que el puesto había estado vacante.

«España quiere adoptar un papel activo, no pasivo, y apoyar de manera activa la labor del nuevo enviado especial», ha añadido. También ha querido recalcar el compromiso del Gobierno Español con los refugiados saharauis y su «esperanza de que se pueda avanzar en las negociaciones».

Un conflicto enquistado

Las relaciones de España y Marruecos han tenido altibajos a lo largo de los últimos años. La posición geográfica de España y los intereses comunes obligan a ambos países a mantener buenas relaciones diplomáticas. Estas buenas relaciones se han visto detonadas por el conflicto en el Sáhara y, más recientemente, por la acogida del líder del Frente Polisario (un grupo armado que aboga por la independencia del Sáhara).

Los saltos a la valla de Melilla, o el desembarco de numerosas pateras en las costas españolas, supuestamente auspiciadas por el gobierno marroquí, tampoco ayudaron a rebajar las tensiones entre ambos países.

Es por todo esto que el presidente del Gobierno quiere abrir «una nueva etapa» con Marruecos con el respaldo a su plan de autonomía y asegura que esta posición «tendrá una ruta clara y ambiciosa que permitirá cerrar una crisis» que está perjudicando a los dos países.

Marruecos «es un socio estratégico indispensable» aunque en las relaciones ha habido momentos de «mayor estabilidad» y otros «de mayor zozobra». Ha recordado así que el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, viajará este viernes a Rabat «para poner en marcha esta hora de ruta».