Monseñor José Ángel Saiz Meneses afronta su tercera cuaresma en Sevilla como arzobispo de una diócesis que ansía desde hace algún tiempo el purpurado, y que no tiene cardenal desde el episcopado de fray Carlos Amigo Vallejo, que tuvo tal condición en octubre de 2003 y fue cardenal emérito cuando dejó la sede de San Isidoro. «De todas formas, para mí, el premio o el tesoro importante es la Archidiócesis de Sevilla. Esas cosas, si vienen, bien; si no, no pasa nada. La sustancia de la vida de uno mismo es entregarla al rebaño encomendado y ya está; no preocuparse de esas cosas».

Así lo expresa el prelado, no sin antes esbozar una sonrisa, en una entrevista concedida este Miércoles de Ceniza, coincidiendo con el inicio de la Cuaresma, donde ha atendido a Europa Press en su despacho, en una ajetreada jornada matinal en el Palacio Arzobispal, puesto que han sido varios los medios de comunicación citados para la ocasión.

Monseñor Saiz, preguntado al respecto, recuerda que «históricamente» las sedes «más cardenalicias» en España han sido Toledo y Sevilla. Ahora, «las dos ciudades más relevantes son Madrid y Barcelona, por lo tanto tiene su lógica también». «Y después, añade el prelado, el Papa Francisco va más por las periferias, y entonces hace cardenal a un obispo que está en un sitio apartado que es solo una minoría pequeña o en un país con otra tradición religiosa».

Entrando de lleno en la Cuaresma, el arzobispo de Sevilla reconoce que si bien «los elementos esenciales son siempre los mismos, en cualquier lugar de la Iglesia, luego, por la geografía humana, espiritual y física –incluso artística– y por la historia, también tiene sus matices». Monseñor Saiz desvela cómo fue su primera experiencia en lo que a la Cuaresma en Sevilla se refiere, en 2022 y tras la pandemia del Coronavirus.

«La viví con mucha intensidad y fue el descubrimiento de la Semana Santa en Sevilla. El año pasado, seguí descubriendo cosas y aprendiendo también, y compartiendo las celebraciones y las procesiones», añade, «de modo que esta tercera pues también: el Señor siempre sorprende. La hemos de empezar con mucha esperanza porque es un tiempo de crecimiento».

«La idea, muy sencillamente explicada, es que al igual que cuando un niño va a la escuela lo normal es que cada año pase curso, aprende unos contenidos y unas capacitaciones y pasa al siguiente. Pues lo normal sería que nosotros, como cristianos y como católicos, también cada año litúrgico vayamos subiendo un escalón, vayamos progresando en nuestra vida cristiana, en nuestra vida de fe, esperanza y caridad», asegura monseñor Saiz.

En lo que respecta a este periodo de cuarenta días hasta el Domingo de Ramos, considera el prelado hispalense que «ahora hemos de vivirlo con intensidad, con las tres prácticas cuaresmales que tradicionalmente la Iglesia nos recomienda: oración, ayuno y limosna». En este sentido, «debemos intensificar la vida de oración, la lectura de la Palabra de Dios, la meditación, la confesión y la participación en la Eucaristía».

Sostiene monseñor Saiz que debemos dejar a un lado «todas las cosas que son perfectamente prescindibles, porque nuestra sociedad de consumo nos hace creer que hay un montón de cosas que son imprescindibles para vivir hoy día y es mentira, que componen como una mochila pesadísima para avanzar por el camino de la vida». Se trata «no sólo comer un poco menos o la abstinencia, sino que podemos ayunar de muchas cosas y centrarnos en lo esencial». En cuanto a la limosna, «es la solidaridad, el compartir nuestros bienes con los demás. Las tres cosas van entrelazadas».

Una completa agenta en la Semana Santa

El arzobispo de Sevilla afirma que en Semana Santa visita todas las hermandades, desde el Viernes de Dolores hasta el Domingo de Resurrección. «Media hora con cada una, hablamos un poco, y rezamos un poco, y en ese tiempo porque si no, no llegaría a todas. En eso se va la mañana entera. Luego, por la tarde, suelo ir a la salida de las cofradías de los barrios periféricos».

Monseñor Saiz asegura que el resto del tiempo está en el Palquillo de la Campana o espera las hermandades en la Catedral. «Procuraré estar en medio del pueblo cristiano todo el tiempo que pueda y hacerme presente, sin olvidar los lugares periféricos y las hermandades más pequeñas, que también hay que cuidarlas».

«Me repartiré todo lo que pueda, y con el delegado de hermandades y cofradías y el secretario, procuramos ser muy equitativo: Si hay que beneficiar y primar a algunas, pues a las más pequeñas», concluye.