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Así manifestaba ayer una joven que participaba en la cabalgata ‘Educando en la diversidad. Por una escuela sin armarios’, es decir, la del Orgullo homosexual en Sevilla. Y lo hacía con un tono libertario, sin censuras, con la alegría de poder gritar a los cuatro vientos su condición. Con la rabia acumulada de 40 años.

Ángel Espínola. Como ya anunció Colega –colectivo sevillano que rechazó el magnífico despliegue de medios para la manifestación y cabalgata-, el desfile contó con “hombres en tanga, drags queen con plataformas imposibles y derroche de plumas”. Pero es sólo una minoría, la misma que crea el estereotipo de este acto de protesta.

Generalmente se podían observar, tanto en la manifestación, como en la posterior cabalgata: lesbianas reivindicativas, gays con barba y muchos años en su cuerpo, transexuales más atractivas que cualquier sex symbol española, bisexuales que mostraban simplemente felicidad de serlo y heterosexuales que contemplaban atónitos la seriedad de una macrofiesta pionera en Sevilla. Incluso pudiste ver a tu vecino, que sólo ayer se vio con fuerzas para enterrar su fobia al que dirán. Lo de las plumas y tangas, eso es lo que verán por televisión.

El ambiente que se respiraba por Los Remedios era carnavalesco. Pero mucho más sano, pues el alcohol estaba muy limitado y el acto pasaba de ser más que un botellón de carnavales. Los sevillanos de a pie ofrecían una visión positiva sobre la cabalgata “están en su derecho” o “ya era hora”, eran los comentarios más comunes. Sólo unos cuantos contrarrestaron sacando la bandera del “orgullo español”. Como si los españoles fueran todos heterosexuales.

Los homosexuales mostraban así orgullo por tener una fiesta. No era “su día”, era el aniversario del inicio de la lucha. La misma que unos pocos iniciaron  en un bar de StoneWall, Nueva York, hace 40 años, y que ahora siguen reivindicando, por fin, en Sevilla.

Como afirmaba el manifiesto leído al final de la cabalgata, lo de ayer no fue “un desfile, ni una cabalgata, sino una manifestación política, para reivindicar el fin de la opresión a gays, lesbianas, transexuales y bisexuales. Es la conmemoración de una lucha, que comenzó un día como hoy”.

Y a partir de ese día, no pasó uno “en el que no se diera un paso adelante, por mínimo que fuera, por lograr nuestra libertad de mostrarnos tal y como somos”. Un acto político, de libertad. Un acto en el que poder estar “orgullosa de ser bollera”.

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