Los viejos lobos de mar descansan en ajadas barras de madera de algún bar de barrio donde la cuenta de los vinos aún se escribe a tiza y el suelo está regado de serrín.
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Los viejos lobos de mar descansan en ajadas barras de madera de algún bar de barrio donde la cuenta de los vinos aún se escribe a tiza y el suelo está regado de serrín.