(Continuación) Pero antes, y en lo que respecta a su ingente producción relacionada con la teología, le destaco algunas de las obras más conocidas en este campo: An Historical Account of Two Notable Corruption of Scriptures, Chronology of Ancient Kingdoms Atended, Observations upon the Prophecies, Prolegomena ad Lexici Prophetici partem secundam e Historia ecclesiastica (de origine schismatico ecclesiae papisticae bicornis). Este último, en latín y de carácter teológico esotérico, está inacabado y aun así es el más extenso identificado hasta la fecha, sólo por detrás de su célebre y científico Principia (1687), por cierto, la primera referencia universitaria sevillana de la que le hablaba. Pero antes acabo con el listado de textos teológicos, con el conocido como El Templo de Salomón, donde Newton intenta establecer sus medidas reales según las palabras de Ezequiel para, entre cifras y cálculos, hacer subyacer la idea de que el mismo Dios, que da a los hombres las medidas del templo, es también el arquitecto del universo. ‘La unidad en la variedad y la variedad en la unidad, es la ley suprema del Universo’.

Principia y Biblioteca General “Rector Antonio Machado y Núñez”. (BUS)

Es el primero de los vínculos anunciados y su ubicación seguro que le resulta familiar por haber aparecido ya en esta tribuna divulgadora, se trata de la Biblioteca Universitaria de Sevilla (BUS) del subtítulo, llamada así en honor a ‘El médico del gabán blanco’. En ella se conserva un ejemplar de la tercera edición (1726) londinense del libro Philosophiæ naturalis principia mathematica, conocido coloquialmente como Principia, del gran Isaac Newton (1642-1727) y como ya sabe una de las obras más importantes, revolucionarias e influyentes de la historia de la ciencia, si no la que más. Un ejemplar escrito en latín con una intrahistoria que le cuento en un plis-plás: Hace casi tres siglos, el 25 de marzo de 1726 se publicaba en la ciudad de Londres la tercera edición del libro Principia, de la que se imprimieron 1250 copias encuadernadas en piel de Marruecos.

Pues bien, una de estas copias llegó dos décadas después a las manos de un joven e intrépido marino español, mientras era prisionero de los ingleses por haber participado en una expedición científica española. Un preso muy particular ya que acabó siendo nombrado miembro de pleno derecho de la Real Sociedad de Londres para el Avance de la Ciencia Natural, sí, la Royal Society, o sea. Su nombre, el del naturalista, militar y escritor sevillano Antonio de Ulloa (1716-1795) y sí, es ese ejemplar suyo el que se conserva en la actualidad en la biblioteca de la sevillana avenida de Eritaña, allá en el barrio de El Porvenir, junto a los pabellones de Brasil y México de la Exposición Iberoamericana de 1929. Por cierto, el sevillano tiene varios reconocimientos en la ciudad, por lo que no tardará en venir a esta tribuna, ya ve, Sevilla tuvo que ser… Y del texto científico de la machadiana biblioteca cambiamos a uno teológico en otra ubicación universitaria.

Historia Ecclesiastica y Departamento de Filología Griega y Latina (US). Tesis

Este segundo nexo de Isaac Newton con la Universidad de Sevilla arranca en 2007 cuando el entonces licenciado en filología clásica Pablo Toribio Pérez (1984) inicia su tesis doctoral que defendería en 2011, ‘Isaac Newton: escritos inéditos en latín sobre historia eclesiástica’, sobre unos textos no publicados en vida del científico y que fueron subastados en Londres, julio de 1936, recuerde al economista británico John Maynard Keynes. Según el doctor la tesis resultó ser más bien una labor de formar un puzle, al tratarse en realidad de recomponer un original -que se encontraba en un confuso estado de borrador y repartido en unidades físicas separadas- en el que Newton revela aspectos de su pensamiento religioso a partir de una aproximación a la historia de la Iglesia cristiana.

Un pensamiento heterodoxo sobre la interpretación del Apocalipsis y la Historia de la Iglesia antigua que él entendía como de corrupción dogmática y política. La investigación revela una paradoja, al mostrarnos a un hombre que nada tiene que ver con la imagen de rigor y pulcritud científica y matemática con la que se le suele representar; uno que se corrige una y otra vez en su afán por encontrar las palabras exactas para describir, en un tono bastante inquisitorial, por qué se corrompió el cristianismo en el siglo IV, o cómo entendía un antiguo hereje la relación entre Cristo y Dios Padre. ‘Lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos es el océano’.

Historia Ecclesiastica y Departamento de Filología Griega y Latina (US). Libro

Y acaba este segundo nexo en 2013 cuando el grupo de investigación ‘Antonio Tovar’ de dicho departamento publica Historia Ecclesiastica, un texto confeccionado a partir de tres manuscritos de la misma época que forman parte de la colección Yahuda de la Biblioteca Nacional de Israel (Jerusalén), la más importante de teológicos newtonianos. Y donde se pone de manifiesto la heterodoxia del pensamiento teológico de Newton y su capacidad para deshacer ideas preconcebidas: ¿qué hace a un genio?, ¿cómo se construyen ciencia y religión?, y ¿ortodoxia y heterodoxia? Unos textos olvidados e infravalorados hasta ahora, que han limitado nuestra comprensión del genio al permitirnos ver una sola faceta suya, la de científico; y sabido es que la realidad siempre es más, mucho más, compleja. ‘La naturaleza y sus leyes yacían ocultas en la noche. Dijo Dios “¡Hágase Newton”! Y se hizo la luz’. Alexander Pope. (¿Continuará?)

Catedrático de Física y Química jubilado. Autor del blog 'Enroque de Ciencia' (carlosroquesanchez@gmail.com)