Y aquí continúo, aunque es probable que no lo recuerde pues apareció en el segundo de los reconocimientos sevillanos de este De Ciencia por Sevilla, en febrero próximo hará un año, y se encuentra en la fachada de la calle María Auxiliadora, orientada al noroeste y a un lado de la puerta principal con su impresionante rótulo nominativo, LABORATORIO MUNICIPAL, y cronológico, AÑO 1912. Una cartela en la que reza “R. Cajal” que, como le decía anteriormente, por su redacción, parece dar la razón al camarero y su “Don Ramón”.

Ramón y Cajal y la hipnosis

Mundialmente conocido por sus aportaciones a la neurología y la neurociencia, no lo es tanto, aunque no por ello menos importantes, por sus estudios sobre la hipnosis que por aquellos años empezó a tener un cierto auge junto al psicoanálisis (S. Freud), el espiritismo (Alan Kardec y las hermanas Fox) y otros fenómenos parapsicológicos que resultaron ser pseudociencias, y atrajeron su atención investigadora por aquello de ser “paranormales”. Todo empieza a partir de 1875 cuando un joven Santiago inicia su doctorado en Valencia y donde no todo es investigación reglada pues lleva en paralelo otra que no lo es, aunque no por ello menos rigurosa, con respecto a la hipnosis, el espiritismo y la parapsicología.

En lo que respecta a la primera, la hipnosis, o como también era conocida sonambulismo artificial o sugestión, estaba en auge tanto por el interés de figuras de la talla de Mesmer, Charcot, Liébeault, Bernheim o Beaunis, como por su supuesta relación con teorías como la del magnetismo animal. Naturalmente esto intrigó al doctorando quien se dispuso a investigarla de manera empírica y desde el escepticismo,queprocede del griego skeptikós y significa “investigación rigurosa”, estando muy interesado en comprobar qué parte de ciencia y qué parte de superchería había en ella. No olvidemos que la supuesta explicación del fenómeno remitía a facultades o poderes del cerebro, objeto de su atención académica. O sea que.

Hipnosis y ciencia

Y cuando separó el grano de la paja afirmó que la hipnosis es un fenómeno real, si bien está cargado de mitos y falsedades de los que se aprovechan los hipnotizadores de ferias y espectáculos, y los pseudocientíficos de bata blanca. Su conclusión por tanto fue ambivalente: los efectos de sugestión podían ser eficaces y salutíferos en un contexto controlado, pero también podían tener fines perversos y espurios si la practicaban personas sin reparos morales. Él mismo la llegó a practicar aportando pruebas documentales de sus logros, entre otros tratamientos: en la cura de la catalepsia, las alucinaciones, la amnesia, o como anestesia por sugestión en el parto. Esta última la utilizó con Silveria su mujer, tuvieron siete hijos, para ponerla en trance y así minimizar el dolor del parto; de hecho, llegó a publicar en la Gaceta Médica Catalana (1889), siendo ya catedrático en Barcelona, una experiencia del uso del hipnotismo en un caso obstétrico. Fue el primer estudio sobre hipnosis durante el parto en España y del que algunos expertos postulan que el sujeto de dicha publicación no era otra que la propia Silveria en el alumbramiento del sexto de sus hijos, lo que puede ser.

Ramón y Cajal y las pseudociencias: «Psicología morbosa»

Si la investigación con la hipnosis dio buenos resultados, en el sentido que se pudo separar la verdad de la mentira o la ciencia de la credulidad, en otros fenómenos estudiados como el espiritismo y la parapsicología en sus diversas manifestaciones, lo cierto es que no podemos decir que corrieran la misma suerte. En sus propias palabras: Durante aquellas épicas pesquisas sobre la psicología morbosa, solo se me resistieron tenazmente esos fenómenos extraordinarios, confinantes con el espiritismo, a saber: la visión a través de cuerpos opacos, la transposición sensorial, la sugestión mental, la telepatía, etcétera.

En su interés escéptico por investigar lo que él llamaba «psicología morbosa», no fue capaz deobservar, en condiciones de laboratorio, ni uno solo de los supuestos fenómenos paranormales y su conclusión fue rechazarlos de pleno. Pero bastaba con que yo asistiera a una sesión de adivinación, sugestión mental, doble vista, comunicación con los espíritus, posesión demoniaca, etc., para que, a la luz de la más sencilla crítica, se disiparan cual humo todas las propiedades maravillosas de los médiums o de las histéricas zahoríes; es lo que hoy los investigadores del misterio llaman fenómenos celosos pues no se muestran cuando anda cerca algún escéptico que vigilante y sabedor de la falsedad obstaculiza la realización del truco.

También tuvo palabras Ramón y Cajal, y de lo más significativas, sobre aquellas personas que se creían estos denominados, de parte, fenómenos paranormales: Lo admirable en aquellas sesiones no eran los sujetos, sino la increíble ingenuidad de los asistentes, que tomaban cual manifestaciones sobrenaturales ciertos fenómenos nerviosos (autosugestión sobre todo) de los médiums, o la mera coincidencia de hechos, o los efectos del hábito mental, o, en fin, los fáciles y conocidos ardides del cumberlandismo (lectura muscular), tan exhibido después en los teatros. (Continuará)

Catedrático de Física y Química jubilado. Autor del blog 'Enroque de Ciencia' (carlosroquesanchez@gmail.com)