El 18 de febrero de 1992, a las 13:35 horas, un ominoso penacho de humo negro se alzó sobre la Isla de la Cartuja en Sevilla. En ese fatídico día, un devastador incendio se desató en el Pabellón de los Descubrimientos, uno de los cinco pabellones temáticos de la EXPO92.

Esta historia la cuenta a través de un hilo de Twitter José Ángel Ríos, conocido usuario de la red social por sus interesantes posts sobre curiosidades e historias sobre la ciudad de Sevilla.

Según cuenta José Ángel en su hilo, xuando los bomberos llegaron al lugar, una furiosa lengua de fuego ya había envuelto por completo el edificio en llamas. El incendio se extendió durante más de tres horas. Según las investigaciones posteriores, se determinó que las chispas generadas por los cables de una soldadura fueron el origen del desastre. A tan solo dos meses del inicio de la Expo ’92, uno de los pabellones más esperados por los sevillanos se convertía en cenizas.

El incendio movilizó a unas quince dotaciones de los Bomberos de Sevilla, pero al finalizar las labores de extinción, solo pudieron confirmar la pérdida completa del pabellón y de todos sus valiosos elementos expositivos. Afortunadamente, se descartó la hipótesis de un atentado terrorista, y lo más importante es que no se registraron víctimas mortales. Solo dos trabajadores tuvieron que recibir atención médica debido a la inhalación de humo.

El primer coche de la historia se quemó dentro

El Pabellón de los Descubrimientos se destacaba por su distintiva estructura y revestimiento de aluminio. En el momento del incendio, el pabellón ya se encontraba terminado y estaba en proceso de decoración. Entre sus paredes, quedaron reducidos a cenizas tesoros como el primer automóvil de la historia (asegurado en 400 millones de pesetas), una maqueta del avión del Barón Rojo, un espectáculo escénico con la máquina de vapor de Watt, el primer avión fabricado en España y una réplica del cohete que llegó a la Luna.

El Pabellón de los Descubrimientos de la EXPO92, diseñado por Javier Feduchi, tenía un diseño arquitectónico único: un paralelepípedo de base rectangular dividido en ocho módulos cúbicos, uno de ellos albergaba una gigantesca esfera en su interior. Ocupaba una superficie de 3276 metros cuadrados y contaba con quince torres estructurales de metal conectadas por puentes.

Este pabellón tenía la misión de mostrar el avance científico y tecnológico de los últimos quinientos años y albergaba exposiciones sobre las consecuencias del descubrimiento de América y la Revolución Industrial, además de presentar contenido audiovisual. Estaba ubicado frente al Pabellón de la Navegación y estaba destinado a convertirse en un museo permanente después del evento.

Tras la tragedia, solo el cine espacial Alcatel logró sobrevivir al incendio. Este cine continuó siendo utilizado en Cartuja ’93 y en el Espacio Cultural Puerta de Triana hasta 2005, cuando la empresa canadiense Imax, propietaria del formato, reclamó el proyector que había sido alquilado.