Con el derbi sevillano y la final de UEFA por delante, este aficionado deberá mantenerse alejado de las drogas y el alcohol por un tiempo para evitar repetir este error garrafal
Con el derbi sevillano y la final de UEFA por delante, este aficionado deberá mantenerse alejado de las drogas y el alcohol por un tiempo para evitar repetir este error garrafal

A Budapest con escala en la comisaría de Cerro-Amate… Un aficionado sevillista, a las 08:00 de este viernes ha sido detenido por la Policía Local en la comisaría de este distrito hispalense tras estrellar su coche dos veces consecutivas (una de ellas en una comisaría), ser perseguido por un policía nacional fuera de servicio y, como cabría esperar, consumir grandes cantidades de drogas y alcohol. Todo ello, mientras llevaba un cabestrillo en su brazo por una lesión sufrida anteriormente.

Para más inri, como se suele decir, el vehículo siniestrado era propiedad del padre del detenido, quien no deberá estar muy contento de recibir estas noticias.

Así lo ha relatado la cuenta oficial de Twitter de Emergencias Sevilla, que ha aportado todo lujo de detalles sobre esta pintoresca escena para disfrute de los amantes de las pifias al volante:

Si este conductor de 23 años de edad hubiera sabido cómo iba a terminar la noche de fervor rojiblanco de ayer, con el pase del Sevilla a una final europea más, quizás incluso se habría replanteado su pasión por el fútbol.

Tras la que debió ser una celebración de primera, a juzgar por la hora en la que tuvo lugar este incidente y las cantidades de estupefacientes y alcohol que han saltado a la vista en las pruebas efectuadas por los agentes de policía involucrados, este sevillista primero se estrelló con otro vehículo presa de la desorientación provocada por estas sustancias.

Acto seguido, tras ser perseguido por un agente de CNP fuera de servicio que había sido testigo de este primer siniestro, los nervios y la ebriedad del detenido tomaron el control de la situación una segunda vez, y este acabó estrellándose directamente contra la comisaría de Cerro-Amate.

Sucesos como este quedan como recordatorio imborrable de que la euforia, las drogas y el alcohol no casan con la conducción.