Una de las mayores joyas de la arquitectura religiosa carmonense vuelve abre por primera vez sus puertas a los visitantes. El inigualable patrimonio artístico y religioso que se esconde tras los muros del convento de Santa Clara es desde la semana pasada un nuevo aliciente para los visitantes que se acerquen a la localidad carmonense.

Manuel Torres.  Más de cinco siglos llevan las monjas clarisas haciendo vida austera en un claustro que ahora se abre al mundo turístico. Fue en el año 1.460 cuando una bula del Papa Pío II aprobó la construcción del convento de Santa Clara. Desde ese momento las monjas franciscanas clarisas han sido fieles a sus principios de caridad, pobreza y austeridad en este recinto conventual.

Entre finales del siglo XV y comienzos del XVI la edificación fue tomando forma. La duración de construcción así como sus posteriores remodelaciones han provocado que el convento mezcle la arquitectura mudéjar con reminiscencias barrocas.

Cuando el visitante entra en Santa Clara se encuentra con un pequeño patio que da acceso a las zonas más importantes del recinto, la iglesia y el claustro. Previamente la fachada sorprende por su originalidad al constar de dos entradas diferenciadas que datan del siglo XVIII. Este doble acceso se debe a la antigua obligación de entrar al recinto religioso de forma separada entre hombre y mujeres.

Pero sin duda la mayor joya es el templo del convento. La construcción está compuesta por una sola nave rectangular con artesonado mudéjar en el techo. El altar mayor consta de un retablo completamente dorado y de formas barrocas, obra atribuida a Felipe Rivas que data de 1.645. Los muros del templo están completamente flanqueados por un total de doce lienzos que representan a santos mártires, además otros diez compuestos por ángeles con ofrendas para Santa Clara, cuya talla preside el altar mayor.

Dentro del recinto parece no pasar el tiempo, y no sólo por las piedras, ya que casi una veintena de monjas continúan haciendo vida claustral en Santa Clara. Todas ellas estuvieron ayer presentes en un acto en el que la madre abadesa agradeció el esfuerzo del Ayuntamiento de Carmona por restaurar “la casa de sus hermanas y del señor”.

En el acto estuvo también el delegado provincial de la Consejería de Turismo, Francisco Obregón, acompañado en todo momento por el alcalde de Carmona, Antonio Cano (PSOE) y la delegada de Turismo, Mª Ángeles Iglesias, además de casi la totalidad del Gobierno Municipal.

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