Desde hace varios días, la ley Sinde aprobada con la connivencia de los grandes partidos nacionales y CiU es trending topic de Twitter y llena las páginas de los periódicos. Símbolo de esta realidad en que nos movemos: importan más los intereses de los grandes conglomerados que la voluntad popular.
Piénsenlo. Llevamos meses masticando una ley que no cuenta con el apoyo de los ciudadanos, una ley que se intentó aprobar hace unos meses y que fue echada atrás con el rechazo de la mayoría de los partidos políticos. Ahora, con apenas unos cambios, populares y catalanes se unen a la cruzada anti-pirata socialista y sacan adelante una ley que abre la puerta a la censura en la red. Repito, piénsenlo, no lo olviden cuando dentro de unos meses los pretendidos adalides de la ciudadanía vengan a reclamar el voto. Ellos, nuestros representantes, 24 horas y 365 días al servicio de la minoría poderosa que mueve los hilos.
Y eso en España, que en Sevilla los derroteros van por otra parte. Después del desmadre de declaraciones de la convención del PP en la ciudad -«gobernar es imitar a Camps» Arenas dixit-, el candidato Espadas ha felicitado el cumpleaños a Zoido con la ultimísima propuesta sobre el Convento de Santa Clara, centro polifuncional con más siglos que Matusalén a las espaldas. La última idea es ofrecer espacios a las bandas de música de Semana Santa, además de crear un espacio para el conocimiento de los instrumentos de cuerda. Cantos de sirena de nuevo para un espacio de 6.000 metros cuadrados al que han vestido de Museo de Sevilla, Casa del Festival de Cine Europeo, Casa de los Poetas, centro de documentación sobre Cansinos-Assens, archivo del compositor Manuel Castillo y del eterno poeta sin pregón Rafael Montesinos. Demasiados trajes para un cadáver que lleva demasiado tiempo olvidado.
Pero cómo vamos a quejarnos si el sevillano de a pié ignora culturalmente la ciudad, cómo vamos a denunciar los desplantes de un gobierno y de una oposición que permiten que el Bellas Artes lleve tiempo con patios apuntalados, salas ocupadas por material de exposiciones finalizadas hace meses y con un retraso en su ampliación de décadas. No, no podemos quejarnos. La dejadez es producto directo de nuestra desidia, de nuestra falta de ambición, de nuestra carencia de crítica. Y ellos lo saben.
El Bellas Artes morirá como murió el espacio de Santa Clara, como está muriendo -en eterna agonía de presupuestos vacíos- el Arqueológico. Con un descenso de visitas y con una imagen derrotista en los medios, la Cultura sevillana languidece. Lo sé. Demasiada bilis para esta semana. Pero piénselo, no cree que esta ciudad necesita algo más, algo mejor. Yo por mi parte me apunto al Bellas Artes en mi lista de fin de semana. Lo de Santa Clara, para cuando nuestros representantes decidan de una vez lo que quieren hacer.

Desde hace varios días, la ley Sinde aprobada con la connivencia de los grandes partidos nacionales y CiU es trending topic de Twitter y llena las páginas de los periódicos. Símbolo de esta realidad en que nos movemos: importan más los intereses de los grandes conglomerados que la voluntad popular.

Pablo Rodríguez. Piénsenlo. Llevamos meses masticando una ley que no cuenta con el apoyo de los ciudadanos, una ley que se intentó aprobar hace unos meses y que fue echada atrás con el rechazo de la mayoría de los partidos políticos. Ahora, con apenas unos cambios, populares y catalanes se unen a la cruzada anti-pirata socialista y sacan adelante una ley que abre la puerta a la censura en la red. Repito, piénsenlo, no lo olviden cuando dentro de unos meses los pretendidos adalides de la ciudadanía vengan a reclamar el voto. Ellos, nuestros representantes, 24 horas y 365 días al servicio de la minoría poderosa que mueve los hilos.

Y eso en España, que en Sevilla los derroteros van por otra parte. Después del desmadre de declaraciones de la convención del PP en la ciudad -«gobernar es imitar a Camps» Arenas dixit-, el candidato Espadas ha felicitado el cumpleaños a Zoido con la ultimísima propuesta sobre el Convento de Santa Clara, centro polifuncional con más siglos que Matusalén a las espaldas. La última idea es ofrecer espacios a las bandas de música de Semana Santa, además de crear un espacio para el conocimiento de los instrumentos de cuerda. Cantos de sirena de nuevo para un espacio de 6.000 metros cuadrados al que han vestido de Museo de Sevilla, Casa del Festival de Cine Europeo, Casa de los Poetas, centro de documentación sobre Cansinos-Assens, archivo del compositor Manuel Castillo y del eterno poeta sin pregón Rafael Montesinos. Demasiados trajes para un cadáver que lleva demasiado tiempo olvidado.

Pero cómo vamos a quejarnos si el sevillano de a pié ignora culturalmente la ciudad, cómo vamos a denunciar los desplantes de un gobierno y de una oposición que permiten que el Bellas Artes lleve tiempo con patios apuntalados, salas ocupadas por material de exposiciones finalizadas hace meses y con un retraso en su ampliación de décadas. No, no podemos quejarnos. La dejadez es producto directo de nuestra desidia, de nuestra falta de ambición, de nuestra carencia de crítica. Y ellos lo saben.

El Bellas Artes morirá como murió el espacio de Santa Clara, como está muriendo -en eterna agonía de presupuestos vacíos- el Arqueológico. Con un descenso de visitas y con una imagen derrotista en los medios, la Cultura sevillana languidece.

Lo sé. Demasiada bilis para esta semana. Pero piénselo, no cree que esta ciudad necesita algo más, algo mejor. Yo por mi parte me apunto al Bellas Artes en mi lista de fin de semana. Lo de Santa Clara, para cuando nuestros representantes decidan de una vez lo que quieren hacer.

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