Sevilla es una ciudad de fuertes contrastes y de muchos colores, pero si tomas una foto de sus calles el color de la estampa inevitablemente torna a sepia. O a morado Pasión o a verde Esperanza.

En cuanto Lipasam barre el último caramelo de la Cabalgata, en cuanto se rompe el papel del más pequeño de los regalos, Sevilla ya no piensa en Reyes Magos, sino que pone su más atenta mirada hacia otro Rey que, también llegado de Oriente, en cuestión de horas pasa de ver cómo se le adora en su nacimiento a ver cómo se desea celebrar el final de su vida con su Pasión y muerte.

El mismo día 6 de enero encontraba las primeras pruebas de esto, pues por Twitter ya había quien proclamaba que era fecha de celebrar con los sones de Amarguras. Y sin apenas acabar con el Roscón también me encontraba en el buzón otra prueba más, esta en forma del regalo que los Reyes de las Cofradías, aka el Consejo General de Hermandades y Cofradías, nos dejaba a la familia para recordarnos como cada mes de enero el realizar el correspondiente abono de las sillas de la Carrera Oficial. Ese regalo, crisis o no, nunca falta ni se retrasa.

Ya sea con palmas o sobre monte de lirios, con hachones o faroles, con agrupación o banda de cornetas, es innegable que desde recién comenzado el año hay muchos que esperan con ansias ver montada la rampa de El Salvador. O también comprar la tela para su traje de flamenca, porque en Sevilla no entendemos de estaciones, vivimos eternamente en primavera entre esparto y faralaes, entre pestiños y buñuelos, entre incienso y azahar. No terminamos de comernos el último polvorón y ya estamos relamiéndonos pensando en las torrijas. ¡Pero qué ‘jartibles’ que somos!

En Sevilla se disfruta de las fiestas tanto en fechas como durante las vísperas y su resaca. Es que no se puede evitar. Pero con tanta intensidad, con tanto anhelo por lo de siempre perdemos el horizonte y nos comemos enero, febrero y, a veces, hasta marzo, para ansiar la llegada de lo que al final siempre llega. Pero en su fecha.

La Cuaresma ya no empieza el Miércoles de Ceniza, sino que lo hace cuando comienza el año natural. Y para la Feria no esperamos ni siquiera estrenar el nuevo año, pues en diciembre del anterior ya estamos colocando el primer tubo de la que será la portada de la Feria del año siguiente.

Que sí, que toda gran celebración conlleva muchos preparativos, que hay quien dedica todo su año a estas cuestiones, pero con tanta parafernalia me da miedo pensar que las tertulias de Sevilla solo tengan a partir de ahora y hasta entonces dos temas recurrentes: o pasos o casetas. Con la que está cayendo, entre ERE, Madeja y todos los avíos regionales y municipales no vayamos a caer en lo fácil, en lo típico, en lo tópico.

Por supuesto que el papel de las Hermandades no es cosa solo de abril, ni que las peñas y asociaciones que montan casetas tan solo se ocupan de ello días antes del ‘Alumbrao’, pero Sevilla, además de destacar sus labores debe centrarse y mucho en observar la Plaza Nueva, la calle Antonio Salado y San Telmo. No nos relajemos.

Y a todo esto, mientras hago esta reflexión se escuchan desde mi ventana en pleno mes de enero los sones de una banda ensayando en la calle.

Señores, esto es Sevilla.

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