El Graderío de la Catedral, por Mercedes Serrato

Pues si, como lo han leído, así de radical y duro lo digo, porque Cataluña se está convirtiendo en un lugar, a mi entender, muy parecido a la España de los sesenta. Evidentemente salvando las distancias, y claro que su nacionalismo es diferente al del dictador ferrolano, pero cambiar un nacionalismo por otro me parece igual de estúpido al fin y al cabo.

Mercedes Serrato. Lo  curioso  es que esto se veía venir, y quienes me conocen saben que al principio no creía que la cosa iba a llegar tan lejos.  Las medidas impositivas del fomento del catalán comenzaron a cruzar esa delgada línea que hay entre la divulgación de la lengua y la imposición de la misma… Ayuntamientos que fomentan el racismo, incluso creo que han querido comprar el voto de los racistas con las prohibiciones del velo islámico, eso sí, enmascarándolo en progresismo, seguridad y feminismo, no podía ser menos. Y ahora compran el voto de gente que realmente si ama a los animales, y de paso compran el de gente que odia lo español, hacen un revoltijo con todo eso, lo maquillan de civismo y prohíben los toros, e imagino que en su frenesí de amor animal se les pasó incluir en su proyecto los “Toros embolaos” (o como los llamen allí) y demás fiestas, que por cierto, esas sí que no me gustan nada y me parecen una salvajada. Hacerlo todo de una vez habría sido muy lógico, y eso es precisamente lo que faltó el miércoles pasado en las bancas del Parlamento Catalán.

Es tan básico como que una ley que prohíbe recorta libertades, que en la piel de toro de eso sabemos mucho, pero claro, tener la tolerancia de no participar en lo que a uno no le gusta era demasiado pedir.  Lo que más me fastidia es la ignorancia que rodea todo esto. Si a mí me gustan los toros no es porque en mi DNI dice que soy española, pero claro, aquí hay que etiquetarse, y posicionarse y si eres de izquierdas ni te gustan los toros, ni la Semana Santa ni vaya usted a saber que más… Puede que eso sea lo que más coraje me dé, que en los debates de los últimos días me hagan coincidir con Mariano Rajoy, y me metan en ese saco… Que ahí está el bueno de Mariano, viendo el hueco para poder meterse y coger votos de toda la gente enfadada ante este atropello democrático.

Y esto es España, el país ignorante, en que si tú eres algo, yo lo soy más, nadie nos gana a modernos, ni a naturalistas, ni a idiotas.

Siempre queda el argumento Canario, donde los toros no están prohibidos, más bien no se celebran corridas y ya está; imagino que en parte  por lo caro que es el transporte de los animales hasta las islas, y por el mal estado en que estos llegan muchas veces… Pero lo mismo da, la cosa es decir falacias, cuando todos sabemos que si las corridas de toros fueran una tradición de origen catalán, si en esas tierras hubiera sendas ganaderías y alguien tipo Laporta fuera el empresario de La Monumental, el miércoles pasado habría sido un día tan anodino como cualquier otro; y con algo de suerte se habría votado algo útil, leyes sobre maltrato en la pareja,  fomento del empleo, ayudas sociales o algo sobre menores, cuestiones que con la que está cayendo habrían venido bien.

Tengo amigos anti-taurinos que no van a estar de acuerdo con esto, incluso la Zurbano estará torciendo el gesto, pero sinceramente, creí que la base de las libertades era que “Mi libertad empieza donde acaba la tuya” y “Prohibido prohibir”.

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Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...