Es como si te clavaran cientos de agujitas diminutas en las entrañas, una sensación que se arrastra por tus piernas y te llega hasta los tobillos. Te pones boca abajo en la cama, ahora de lado, ahora boca arriba, ahora el cojín caliente. Pero el dolor, que sabías que vendría, no se va por mucho cariño que le des a tu cuerpo, así que te tomas una pastilla que te ayudará a pasar el día con cierta tranquilidad y sosiego, a olvidarte de que estarás sangrando sin pausa durante al menos siete días. 

Tu amiga del mes, el tío que viene de América, la visita: hay muchas maneras de referirse a “eso que nos pasa a las mujeres” para ocultar la realidad en un eufemismo familiar y barato. Estar indispuesta, estar mala, “me duele la barriga”: son algunas de las formas que hemos encontrado para excusarnos por nuestro dolor sin hacer sentir incómodos a los demás. La historia del callar, aguantar y tragar que se repite en tantos aspectos de nuestra vida. 

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Periodista andaluza con el ojo puesto en la cotidianidad, la juventud, la mujer y los cambios sociales. Antes en Paraninfo, Creando Conciencia y TUSSAM. Aprendiendo siempre. En Twitter: @_martinagalan