Los imagino y soñaré con ellos. Esos pares de ojos que me mirarán expectantes, críticos, sedientos de lo que no saben, deseosos de que deje de pasar diapositivas de power point de una cochina vez y nos vayamos todos a tomar café.

Belén Zurbano Berenguer. No es que yo haya sido especialmente mala alumna, pero tengo que reconocer que nunca he visto al docente, al profe, desde la perspectiva que la veo hoy: como un ser de conocimientos limitados. Para mí que esas personas normalmente mayores, cargadas de puertos USB –qué queréis, soy hija de las TIC´s- y de pps a veces de calidad cuestionable eran poco menos que la fuente de conocimientos hecha verbo.

Pero hoy, presentación de 30 diapositivas –lo menos, no recuerdo bien ni quiero- después y a pocas horas de enfrentarme con un reducido número de personas que no sé por qué razón se han interesado en mi seminario, sufro inseguridad patológica. Yo, precisamente yo que vendería una moto a un ciego, que tengo más salidas que una plaza de toros… y todas esas cosas que me dicen cuando me quejo de mi miedo. ¡Pues vaya feedback! Si lo sé no me quejo.

Nada, habrá que afrontar este cambio de perspectiva en cuanto a la imagen del profesorado. A partir de ahora tendré más en cuenta lo limitados que pueden ser sus conocimientos, las malas pasadas que juega el nerviosismo y la enorme responsabilidad que es impartir docencia. ¡¿Y si se me olvida profundizar en las interrelaciones político- empresariales de la rama mediática del holding berlusconiano Finninvest?!

Seguro que pueden dormir esa noche por mucho que me haya pasado ese aspecto, me digo para tranquilizarme.

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