La disfunción eréctil es una de las principales secuelas que sufren los hombres que, debido a un cáncer de próstata, deben someterse a una intervención quirúrgica mediante protastectomía radical o un tratamiento radioterápico. De hecho, es un efecto colateral del tratamiento de esta patología, que afecta a entre un 25 y un 75% de los pacientes sometidos a esta cirugía, y a un 55% de aquellos que optan por la radiación. A pesar de ser una merma en una funcionalidad vital de los pacientes, como es la capacidad sexual, con implicaciones no solo a nivel físico sino también psicológico, este tema se sigue banalizando.

«Es un tema que no se puede seguir escondiendo y que se debe normalizar. Al igual que las mujeres que se someten a una mastectomía por un cáncer de mama se les realiza una reconstrucción de la misma mediante una prótesis, en muchos casos incluso en el mismo acto quirúrgico, esto no ocurre en el caso de los hombres con cáncer de próstata, que perderán la capacidad de relacionarse sexualmente con su pareja debido a la mutilación que implica la cirugía de esta patología», explica el doctor Óscar Gorría, urólogo del Complejo Hospitalario de Navarra.

En opinión de este experto, la colocación de la prótesis de pene debería normalizarse dentro de los servicios sanitarios de las diferentes comunidades autónomas, ya que es una parte más de la funcionalidad de una persona, igual que los son las prótesis utilizadas en otras patologías. «Nadie se cuestiona el papel de las prótesis en otras enfermedades, pero en el cáncer de próstata, el implante de la prótesis de pene es un debate que no está encima de la mesa y al que no se le da importancia».

¿Cuál es el paciente claramente candidato a una prótesis de pene?

Como comenta el doctor Gorría, hay perfiles muy claros, como el paciente que ya sufre una disfunción eréctil moderada o severa y que presenta una mala respuesta a tratamientos orales antes de la cirugía o radioterapia. «Después de este tratamiento quirúrgico radical, las probabilidades de que ese paciente sufra una disfunción eréctil severa no respondedora a medicación son muy altas. No debemos someterle a años de tratamientos ineficaces, años de evolución de la enfermedad, en la que esa falta de flujo sanguíneo o inervación va a hacer que el pene se fibrose, pierda longitud y elasticidad». De ahí que, en este perfil de paciente, estaría indicado poder hacer una implantación de una prótesis de pene en el mismo acto de la cirugía de próstata.

La recuperación de la función sexual depende de varios factores, fundamentalmente de la edad del paciente y su capacidad eréctil previa al tratamiento, pero también del estadio del tumor y la técnica quirúrgica utilizada.  Un 25% de los pacientes vuelven a tener erecciones tras la intervención, en la mayoría de casos requerirán medicación oral o inyecciones aplicadas en el pene, pero muchos otros no lo conseguirán a pesar de estos fármacos.

La falta de conocimiento

Sin embargo, para que un paciente pueda valorar una intervención como el implante de una prótesis de pene, primero debe conocer que tiene opción a ello y en qué consiste. «Hay muy poca información al respecto, y el paciente no se siente apoyado ni familiar ni socialmente en su incapacidad, sino más bien todo lo contrario, en muchas ocasiones hasta se ridiculiza», puntualiza el doctor Gorría.

Un ejemplo es que, en el Sistema Nacional de Salud se implantan solo unas 700 prótesis de pene al año, cuando se diagnostican más de 35.000 cánceres de próstata cada año, que suelen acabar necesitando una prostatectomía radical. En muchas ocasiones no es un tema de limitación de recursos, sino de desconocimiento y falta de apoyo social.

Un dato importante es que la prótesis de pene no produce cambios ni en el eyaculado, ni en el orgasmo, ni en el grosor o la longitud del pene. Solo afecta a la erección, proporcionando una rigidez que permite la penetración, consiguiendo llevar a cabo una relación sexual completa siempre que lo desee el paciente.