Pedro Sánchez ha tomado posesión como presidente del Gobierno en el Palacio de La Zarzuela. El socialista fue investido el pasado jueves con 179 votos a favor en el Congreso de los Diputados. Al acto, presidido por el rey Felipe VI, han asistido la ministra de Justicia, Pilar Llop, los presidentes del Congreso y del Senado, Francina Armengol y Pedro Rollán, y los responsables del Tribunal Supremo y el Constitucional.

Numerosas protestas en contra de la Ley de Amnistía que Sánchez prometió a los independistas para lograr apoyos se han sucedido en las semanas previas a la reelección. Los líderes de la oposición han mostrado su rechazo hacia las concesiones del presidente a los partidos en los que ha buscado apoyos que, finalmente, consiguió en la investidura.

Eliminación de los símbolos religiosos

El socialista ha jurado la Constitución sobre un ejemplar de la Carta Magna, como ya hizo en 2018 cuando se estrenó como presidente. «Prometo, por mi conciencia y honor, cumplir fielmente con las obligaciones del cargo de presidente del Gobierno, con lealtad al rey, y guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado, así como mantener en secreto las deliberaciones del Consejo de Ministros», ha jurado.

Lo ha hecho, además, sin la presencia del crucifijo ni la Biblia, pues en 2018, cuando triunfó la moción de censura por la que se convirtió en presidente, decidió eliminar los símbolos religiosos de este acto.

Una ausencia destacada ha sido la de la reina Letizia. Durante el reinado de Juan Carlos I, la reina Sofía acudió a los actos de toma de posesión de todos los presidentes. Esta tradición, sin embargo, la rompió Letizia cuando se ausentó en 2016 de la de Mariano Rajoy. Tampoco acudió a la de Pedro Sánchez en 2018 ni en 2020.

El acto ha durado cinco minutos y no ha dejado tras de sí alguna anécdota para el recuerdo, como sí sucedió en 2020. Pedro Sánchez, entonces, bromeó con la brevedad del acto: «Ocho meses para diez segundos», a lo que el rey respondió: «Ha sido rápido y breve, simple y sin dolor. El dolor viene después». En esta ocasión, ambos han intercambiado unas breves palabras sin trascendencia.

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