Navas, capitán sevillista, eufórico en Budapest
Navas, capitán sevillista, eufórico en Budapest

Una campaña europea de auténtica épica, una liga que se incluso olía a descenso por momentos, tres entrenadores, infinitas noches de agonía… Y aún así, el Sevilla volvió a brillar tras una final más de la que salió campeón de UEFA Europa League, acabando con la leyenda negra de un Mourinho que no había perdido una sola final europea en toda su carrera.

La victoria no llegó fácilmente, teniendo que llegarse incluso a penaltis tras 120 minutos (más varios tiempos de descuento especialmente extenso) de fútbol de ese que crea afición, de ese que hace que se le llame el «Deporte Rey».

Bono se hizo grande, como siempre, y consiguió neutralizar la amenaza romana siendo la pieza clave de una tanda en la que el conjunto italiano no pudo superar los nervios que, evidentemente, les suscitó enfrentarse a un equipo que ya trata esta competición como su pan de cada día.

Antes de los penales, adelantó Dybala a la Roma en la primera parte tras una galopada admirable, y ya después del descanso Mancini (central que erró desde los once metros posteriormente), que hasta el momento se había mantenido al frente de una defensa impenetrable, metió en su propia red un centro que traía auténtico veneno de las botas de Jesús Navas.

Desde el primero hasta el último de los jugadores del Sevilla de Mendilíbar, el capitán de un barco que ha pasado de casi hundirse a surcar los mares del éxito, hizo méritos para llevarse la medalla de campeón de UEFA Europa League. Unos, desde el terreno de juego. Otros, poniéndole garra y corazón desde el banquillo.

El técnico, oriundo de Zaldibar, se quitó el sombrero ante todos los estamentos del club por su aliento durante esta temporada que quedará marcada a fuego en los anales de la historia: «Doy las gracias a los jugadores, al club y a la afición, ya que conseguimos levantarnos» concluyó, manteniendo la calma en las malas, en las peores y en la merecida euforia posterior al pitido final.