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El Sevilla salió a por el partido y lo afianzó pronto con un gol de Denis. En la reanudación el Rijeka sacó los dientes, pero Unai Emery reaccionó bien reforzando la zona ancha con Carriço y desactivando el peligro croata. Faltó apuntillar.

Había que ganar y el objetivo se cumplió, aunque no con la contundencia que podría esperarse tras el buen inicio del Sevilla, que en el arranque no dio opción al Rijeka y se puso rápido por delante tras una buena jugada de Reyes y Denis. Sin embargo, cuando más tocados parecían los croatas, los nervionenses no supieron sentenciar antes. En la reanudación el Rijeka perdió la vergüenza y salió a por la machada, aprovechando una pájara local que pudo salir cara.

El conjunto croata se puso de gol hasta en tres ocasiones consecutivas, pero Beto dijo presente con dos buenas intervenciones y Unai Emery reaccionó con avidez, reforzando el centro del campo, al adelantar a Carriço como pivote y poner a Banega en la mediapunta, saliendo Arribas por Denis para cubrir el hueco del portugués en el centro de las zaga.

El movimiento táctico achicó al Rijeka, que dio un paso atrás por la contundencia del Sevilla, que con Carriço se hizo de nuevo con la zona ancha. De ahí al final, ya con Gameiro en el campo, el equipo buscó el segundo y pudo lograrlo en varias ocasiones, sobre todo con un disparo a la madera de Mbia, pero el marcador no se movería más. Victoria mínima pero suficiente para estar en dieciseisavos de final, como segundo de grupo.

Emery ya advirtió en la previa que nos e iba a andar por las ramas, consciente de la importancia del choque de esta noche, donde la tragedia era una posibilidad real. Por eso sacó un once con muchos de sus fijos, formando en el doble pivote Banega con Mbia, Denis en la mediapunta escoltado por Vitolo y Reyes, y Bacca en punta.

El mensaje de sobresaltos los mínimos era inequívoco. Y el equipo lo transmitió en el campo, con un inicio rotundo, embotellando al Rijeka hasta que en el minuto 20 Reyes abrió un camino por el centro del entramado croata hacia Denis, y el gallego con clase y habilidad hizo el 1-0 valiéndose de un certero remate. El partido se puso en su punto ideal, listo para que el Sevilla diera rienda suelta a la alegría, algo que sin embargo no llegó. En realidad, con el gol el equipo se quitó la presión y rebajó su ímpetu de ahí al descanso.  

El hecho de no haber matado el partido lo pudieron haber pagado los sevillistas en la segunda parte. El Rijeka salió envalentonado, jugándose el todo por el todo. Tuvo el empate hasta en tres ocasiones en cinco minutos, pero Beto brilló cuando más se le necesitaba. Al Sevilla se le estaba atragantando un partido que en el intermedio parecía controlado, en parte porque perdió por momentos el centro del campo.

Unai detectó el problema y le puso solución con acierto, pero sobre todo con rapidez. Adelantó a Carriço como pivote, junto a Mbia, para recuperar el control de la medular, y puso a su vez a Banega en la mediapunta, yéndose Denis al banquillo por Arribas, que ocupó el puesto de central dejado por Carriço. El movimiento desde la pizarra no pudo ser más acertado. El Sevilla retomó el mando y el Rijeka poco a poco se fue aculando en su campo. El Sevilla acabó buscando y mereciendo el segundo. Gameiro, Reyes y Mbia tuvieron el gol, pero el choque no dio para más.

El triunfo fue mínimo, pero claro. El campeón prosigue su camino, pasando como segundo de grupo a los dieciseisavos de final, el siguiente paso de esta nueva e ilusionante andadura en la Europa League. Si de sentir la Europa League se trataba, como dijo Unai Emery la víspera, el Sevilla demostró que la sigue sintiendo y, sobre todo, que la quiere levantar una vez más.