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La tarde de cine en el Festival de Cine Europeo de Sevilla de ayer, 8 de noviembre de 2010, ha dado para todo tipo de conjeturas e impresiones. Una cinta finlandesa con un humor muy negro, otra procedente de Holanda bastante olvidable y una de las películas más interesantes de esta edición del certamen hispalense, de procedencia italiana.

 

Antonio Sánchez-Marrón. Tres películas son las que he podido cazar al vuelo para ver en esta tarde lluviosa de lunes en la que, después de un fin de semana incierto, parece que vuelve a querer reinar la calidad y las buenas historias, aunque haya alguna que no haya por donde cogerla.

Bad Family (***)

Una película que el Festival nos trae desde Finlandia, dirigida por Alexi Salmenperä y basada en un guión propio. La historia ahonda en una familia comandada por un hombre que posee permanentemente un semblante impertérrito. Vive con su segunda esposa, su hijo pequeño y su primogénito, nacido de un anterior casamiento.

Sin embargo, la tragedia sobrevendrá sobre la estabilidad y la paz de nuestro protagonista cuando le llegue la noticia de que su primera mujer ha muerto y tiene que acoger en su casa a la hija de su esposa fallecida, que casualmente también es hija suya y a la que no ha visto en años.

Una neurosis muy bien plasmada por Salmenperä nos permite asistir a unos momentos de lucidez, por llamarlo de alguna manera, en la vida de este padre de familia en los que llegará a pensar que sus dos hijos están practicando una ilícita costumbre. Asistiremos a los métodos más desesperados de este padre por intentar separar a sus vástagos para que, según él, no sigan cometiendo este delito que el está absolutamente convencido de que está sucediendo.

Su vida se viene abajo por momentos mientras él mismo va cambiando el resto de su mundo a su antojo. Bad Family es una cinta finlandesa muy interesante que nos ha traido una de las protagonistas de la película, Pihla Vitala, a la sala donde se proyectaba la cinta, en los cines de Nervión. Una historia de separaciones, divorcios, rencores familiares, amor y odio a partes iguales y que posee una dirección pausada y sosegada que, aunque llega a cansar en algunos tramos, resulta muy apetecible.

The Aviatrix of Kazbek (*)

Lo siento. Pero renuncio a hablar de esta extraña película sobre un incierto tema, inciertos personajes e inciertas situaciones históricas mezcladas con escenas que recuerdan a una versión de patio de colegio de El Mago de Oz. Si pueden, eviten esta película perteneciente al ciclo Wild Tulips y escojan otra de las muchas alternativas.

The Front Line (Prima Linea) (****)

Me gustan mucho las películas históricas y más cuando uno de los países que tengo como objeto de estudio y futuros viajes es el que me lo trae hasta mi ciudad. Hablo de Italia y este viaje retrospectivo hacia la época oscura de los setenta, cuando la lucha contra los resquicios del Fascismo todavía estaba en su pleno apogeo.

Prima Linea narra la historia de Sergio Segio, el líder del movimiento homónimo, que luchó en la época llamada Anni di Piombo (donde los gobiernos en Italia duraban unos pocos días) a favor de la violencia callejera y el terrorismo como arma para hacerse oir entre los trabajadores y movimientos obreros.

La película, dirigida por Renato de Maria, plasma de manera excepcional los movimientos y emociones que llevaron a estos jóvenes salidos de la izquierda política más reaccionaria de Italia a organizar asaltos y asesinatos políticos con el fin de conseguir un nuevo statu quo en el país transalpino.

El asesinato de Aldo Moro (aunque no fue perpetrado por Prima Linea), por ejemplo, es una de las piezas claves de esta época de la historia italiana, con tantos episodios negros y con una serie de acontecimientos muy desconocidos y desordenados que la historia actual del país tampoco se preocupa mucho por ensamblar.

The Front Line está basada en un hecho real y su protagonista, Sergio Segio, está interpretado por el actor italiano de television Ricardo Scarmacio. Su compañera femenina es la gran Giovanna Mezzogiorno, a la cual vimos el pasado año en el Festival de Sevilla con la película Vincere, sobre el hijo bastardo de Mussolini.

Una película comprometida con su país y su historia reciente. Algo realmente envidiable sobre todo, porque no es una película que pretenda hacer propaganda ni ensalzar a unos sobre otros. Una historia real contada desde el punto de vista de su propio protagonista, testigo de excepción de ese Anni di Piombo que marcó el rumbo futuro de la política en Italia.

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