Dos miradas diferentes a este mundo el viernes en el Lope de Vega. Dos directoras, dos personalidades, sobria una, extravagante otra. Diferentes reflexiones, matices, y la que es -para quien escribe- la mejor película que ha pasado por esta edición del festival.

Miguel Ybarra Otín. He aquí las críticas de los dos títulos del viernes, los últimos en competición de la Sección Oficial.

Nada personal ****

Espléndida película es la ópera prima de Urszula Antoniak, llena de sensibilidad, un escalón por encima de todas sus competidoras por el galardón del festival. Rodada con escasez de medios en maravillosos paisajes y con las palabras justas para que la historia de dos personajes nos hable de la soledad, “el estado natural del ser humano” en palabras de la cineasta.

Una chica viaja sola, sin rumbo fijo, escapando del mundo y encontrando en su camino a un hombre que habita una perdida casa en el austero, calmo y melancólico paisaje irlandés. Película redonda y radical en su mensaje. Circular en su estructura, que comienza y acaba con la libertad de la protagonista, dejándonos una ventana abierta en el final: la que la protagonista no cierra al mundo exterior, al que permite entrar en su interior por primera vez.

Sobria y sin concesiones, adivino que plasma exactamente la idea y las formas que la directora quería mostrar desde el principio; algo muchas veces complicado en el cine, donde la sinergia de distintos elementos (guionistas, actores, montadores, etc., unido a un determinado presupuesto, a situaciones, imprevistos…) hace difícil dirigir una obra tan compleja como un film. Pero Antoniak guarda siempre el pulso. Con elegancia, finura y mucho estilo. Dejando hablar al silencio (“hay distintos silencios, cuando esperas a alguien, cuando dos personas están cómodas… con distintos colores y tonos en cada uno de ellos», explica la cineasta), a la música, al paisaje, a dos grandes intérpretes (Lotte Verbeek y Stephen Rea) igualmente sobrios y que nos deparan también momentos de dulzura.

Una película magnífica. Sencilla, interesante y muy bien hecha. Un ejemplo que, desde su altura, nos permite ver con perspectiva la mediocridad de muchos títulos en este festival.

Pepperminta ***

Pipilotti Rist, vídeo-artista influida en su nombre por Pipi Calzaslargas, presenta una reflexión diferente. Si “Nada personal” de Urszula Antoniak muestra una mirada introspectiva, Ewelina Guzik, actriz principal del primer largometraje y de anteriores videocreaciones de Rist nos presenta una mirada hacia fuera, una sonrisa con la que pinta y colorea el mundo como quiere, como sueña, rompiendo convencionalismos: “No propongo que todas las acciones mostradas en la película se deban seguir, sino reflexionar sobre qué cosas nos dicen siempre que no están bien y qué cosas podemos hacer nuevas”, comenta la directora.

Que nos traslada a un mundo mágico, onírico, de estética psicodélica, macros y colores saturados que a muchos puede parecer tan cursi como estúpido en su mensaje. Pues sí. Porque nada en sí mismo es bueno o malo, bonito o feo. No existe realidad sino observador. Somos cada uno de nosotros quienes construimos el mundo en nuestro interior. “Pepperminta” en sí misma no tiene la propiedad intrínseca de buena o mala película. Recibirá puntos negros y cinco estrellas. Pero plantea interesantes cuestiones sobre los límites absurdos que los humanos nos autoimponemos (a través del miedo y el castigo en la calle y el colegio) en el día a día: convenciones culturales e incluso cinematográficas: la sangre es vida “pero siempre en el cine se usa con un sentido negativo y un significado violento. Por eso en mi obra propongo darle un nuevo significado”, explica Rist (en la cinta, Pepperminta deposita gotas de su menstruación en un cáliz del que invita a beber a los personajes).

Podrá ese detalle interpretarse como se quiera. También la película en su conjunto. Cada cosa tiene, al fin y al cabo, la importancia y el valor que cada uno quiera darle.