Clásicos de la escena sevillana, Síndrome Clown devuelve al cartel estos días ‘La muerte prematura de un viajante’ (hasta el domingo en la sala La Fundición), simpática y muy particular representación de ‘La muerte de un viajante’ que escribió Arthur Miller.



Miguel Ybarra Otín
. Práxedes Nieto y Víctor Carretero, los actores, firman también la idea y el guión junto a Fernando Fabiani, quien los dirige en esta obra pretendidamente cutre, divertidísima, llena de ingenio, fantasía y con un planteamiento e inicio realmente magníficos.

Si el texto de Arthur Miller conlleva una crítica al sueño americano, la compañía sevillana ambienta la acción en nuestro país y nos la presenta con algún giro ya desde el principio: dos actores de pacotilla discuten la forma de representar al dramaturgo estadounidense, uno buscando fidelidad al texto y otro basándose en el “subtexto”. Los malentendidos entre ambos -que van escenificando la obra y discutiendo sobre ella en voz un poco más baja- nos deparan una cascada de situaciones cómicas, muchas veces absurdas, que en la función de ayer viernes provocaron las constantes carcajadas del público presente.

El sueño no es americano sino español y la crítica se descarga sobre el sistema económico, el desempleo, los funcionarios y la picaresca española en general, cual la del risible vigilante de la playa que sube la bandera roja haciendo a los bañistas acudir al chiringuito de su hijo.

A esa playa llega el emigrante, Willy Loman (Víctor Carretero). Que después caminará a las ventanillas del INEM, donde al parecer una vez se dio trabajo a una persona, y donde al final, gracias a un enchufe (de pared) conseguirá un puesto en una importante misión de la NASA en la Luna (para lo que lleva un kit realmente fantástico con, entre otros artilugios, un sombrero de apicultor).

Muy Síndrome Clown, muy divertida. Parodian, exageran y caricaturizan en cada escena, con cada palabra y cada elemento del atrezzo y el vestuario. Aunque por poner un pero, algo que quien escribe no entiende: que a veces los actores pronuncien las ‘s’, como tapando el acento andaluz, y a veces no. Como en sus inicios algunos presentadores de Canal Sur, a los que se notaba forzados en el intento de hablar “bien”. Al margen de esta apreciación personal, quizás sin mayor importancia, la obra aquí reseñada es garantía de pasar un muy buen rato, eso seguro.

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