El grupo al principio del ensayo. Pablo Ortega

«Çe arrebuhan lô pinô / Çienten temorê / Paçan por er camino / Lâ çegaorâ», así empieza Çsegaorâ, una de las canciones del último disco de Califato ¾, que rinde homenaje al trabajo de Salvador Távora. Una oda en versión femenina a los jornaleros «cansados» a los que ya hacía referencia el sevillano en la canción original, Segaores. El grupo, en estrecho contacto con su hija, Pilar Távora, ha querido rendir homenaje a la obra del dramaturgo a través de la música. 

La canción, «preciosa y desgarradora», nace de una investigación que les llevó hasta Távora. «En Fuenteheridos (Huelva) cantan los villancicos de manera solemne, de madrugada. Son como campanilleros», relata Esteban Espada, bajista del grupo. «Nos dimos cuenta de que la letra era obra de Salvador y ahí fue cuando conocimos a Pilar. Este tiempo hemos estado desarrollando la idea en el teatro y haciendo, en paralelo, un homenaje a toda la obra del artista sevillano», continúa. Çegaorâ es una canción «de lucha en el campo en los años 70 y en ella están encriptados el sentido del pueblo y los jornaleros andaluces», aprecia el bajista. El nuevo disco de Califato ¾  rompe con todo lo anterior. «Es un antes y un después en nuestra carrera. El mejor hasta ahora», aseguran.

Esteban Espada, bajista, durante el ensayo. Pablo Ortega

Curros, la Virgen del Rocío y El risitas

El grupo andaluz ensaya entre Curros de la Expo y cuadros de la Virgen del Rocío y El Risitas. Una cuerda con dos bañadores colgando a modo de tendedero cruza la estancia. Manuel Chaparro (vocalista), Esteban Espada (bajista) y Lorenzo Soria (electrónica) van a nadar a la piscina municipal de San Pablo antes de ensayar. Como un ritual, quedan para «echarse unos largos», desayunan y llegan al estudio para empezar a crear.

Les espera Sebastián Orellana, bajista y voz. Es chileno pero hace suyo el folklore andaluz. En la mesa de sonido, Sergio Ruiz Serokah (teclado) revisa con María José Luna la nueva canción que están a punto de lanzar. Luna es una de las voces femeninas que componen Califato ¾, junto a Ángeles Rusó. Aflamencada y con garra, su voz entona con decisión los versos que tiene escritos en un cuaderno que no necesita, puesto que la repetición de los mismos ha hecho que queden grabados en su memoria.

Lorenzo Soria en la mesa de sonido. Pablo Ortega

Orgullo andaluz

En un contexto de reivindicación de «lo andaluz», y sin perder de vista todo lo que aún queda por conseguir, el grupo reconoce que ahora «la gente está más orgullosa de decir que es andaluza que hace 10 o 15 años». Reconocen que su trabajo «no va de «apoderarse» de la patria. Nosotros representamos Andalucía igual que cualquier andaluz que reivindique su tierra allá donde vaya», explican. 

«Çegaorâ es una canción de lucha en el campo en los años 70 y en ella están encriptados el sentido del pueblo y los jornaleros andaluces»

Califato ¾

Como si del rey del reino más absurdo se tratase, Chaparro se sienta en una scooter frente al micro. Viendo la escena, podría pensarse que se trata de un grupo de amigos que queda para hacer música. No se aleja mucho de la realidad, aunque no son aficionados. Califato ¾  acumula colaboraciones con artistas de gran calado. En su videoclip Êcclabô de Libertá el actor sevillano, Paco León; la actriz, Almudena Amor; el rapero Foyone y los futbolistas del Real Betis Balompié, Borja Iglesias y Héctor Bellerín, fueron parte del elenco. Kurt (Curro) Savoy es «la colaboración más loca que hemos hecho» asegura Lorenzo Soria. Savoy es un actor de doblaje jienense, conocido por ser el silbido más famoso del cine en películas como El bueno, el feo y el malo o La muerte tenía un precio.

Manuel Chaparro en el ensayo. Pablo Ortega

Distintas personalidades confluyen en un punto: la música

Pero el éxito no llega solo. Para alcanzarlo, primero han tenido que cosechar bastante. Soria cuenta que, antes de ser integrante, «trabajaba en una imprenta» y en «algunos bares». Espada también se incorporó a la banda después de un tiempo en el mercado laboral «en un estudio de arquitectura». Profesiones, y quizá personalidades, muy distintas que confluyen en un mismo punto: La música. Y así fue como se conocieron. Se juntaron gracias a «salir por la noche, de fiesta, o a pinchar», porque todos «somos DJs», explica Soria.

El ¾ está presente en casi todas sus canciones, en las que también destacan la electrónica y los sonidos aleatorios de cualquier objeto. Lo que nunca falta es el toque andaluz. Ya sea en el título de una canción, la letra, la música o el videoclip. Las distintas provincias andaluzas a las que pertenecen reflejan las múltiples facetas de Andalucía. Cada provincia aporta sus propias particularidades y este mosaico de influencias se refleja en la música de la banda. «Somos diferentes porque nuestra historia es de siglos y siglos de civilización», apunta Chaparro. «Tenemos una forma de reír, de llorar, de cantar, de comer, de salir y hasta de vivir diferente», añade.

El «ninguneo» a Andalucía

Chaparro es crítico con el «menosprecio» y el «ninguneo» a Andalucía y, en general, a «lo andaluz». En el caso de artistas no andaluces que producen y cantan flamenco, como es el caso de Rosalía, es tajante: «Aquí en Andalucía hay jóvenes con mucho talento. Que (Rosalía) devuelva primero todo lo que le ha dado Andalucía y el flamenco, y luego hablamos», responde Chaparro al mencionar una utópica colaboración con la catalana. Aunque la música de Califato ¾ evoluciona y se fusiona con otras influencias, el grupo aboga por el reconocimiento de la autenticidad cultural y la contribución única de Andalucía al mundo de la música.

«Nosotros representamos Andalucía igual que cualquier andaluz que reivindique su tierra allá donde vaya»

Califato ¾

Sus canciones no pasan desapercibidas ni dejan indiferente a nadie. Han tenido su protagonismo en spots televisivos, como el anuncio de Cruzcampo con Lola Flores; y han viajado hasta Rusia, donde una joven patinadora utilizó L’ambôccá en una competición. Pero sin duda, una de las más famosas es Crîtto de lâ Nabahâ, una mezcla entre Semana Santa, reguetón y break beat. La marcha Eternidad, de la banda de música Rosario de Cádiz, es la base de la canción, que evoca una procesión por las calles de Sevilla, llenas de «azahar» y «naranjos». Tanta ha sido la repercusión de su versión, que en el último anuncio de la Junta de Andalucía, donde aparece esta conocida marcha, muchas personas han pensado que se trataba de la canción de Califato. «Mi tía me llamó para decirme que sonábamos en el anuncio», cuenta Lorenzo entre risas. Chaparro añade, antes de cambiar de tema, que «el enano de los Lannister me robó el flow a mí».

Homenaje a Lola Flores

Lola Flores es una de sus inspiraciones. A ella le han dedicado todo un LP en el que «versionamos sus canciones» y «les damos nuestro toque». Así, la Zarzamora se convierte en Zarzamore, una joven lesbiana a la que pillaron besando a otra mujer. La Bomba, Tientos del sombrero, ¡Ay Alvariño! e Historia de un amor con la colaboración de los artistas andaluces El Negro Jari y La Cebolla, componen este Extended Play que homenajea a la artista jerezana. «Yo he crecido escuchando flamenco, Pink Floyd y los 40 Principales», cuenta Chaparro, «pero cada uno tiene una influencia, porque tenemos edades distintas», matiza.

El grupo asegura que sacan todas las canciones que producen. «Algunas se quedan atrás en los discos que lanzamos, pero siempre las recuperamos y las transformamos», explican. Lo más importante es «que cada uno haga lo que le dé la gana», porque el grupo «no tiene filtros». «No intentamos buscar ser parecidos a otros, sino que desarrollamos lo que tenemos dentro de nosotros. Nos sentimos orgullosos de lo que somos, de dónde somos y de cómo somos», aseguran.

Entre guitarras, bajos, teclados y voces de todo tipo transcurre el día del ensayo. Allí presentes se encuentran María José Luna y Ángeles Rusó, las voces que dan vida a los sonidos de los instrumentos; las que guían y dirigen el rumbo de lo tocado. Chaparro hace las veces de narrador, postrado en su «trono» y haciendo paradas entre canción y canción para dar unas caladas a su cigarro.

Ángeles Rusó y María José Luna durante el ensayo. Pablo Ortega

Califato ¾: Folklore futurista

En aquella nave se puede ver el instrumento más común y el más extraño, utilizado para las fusiones musicales; un estudio de fotografía improvisado en la segunda planta o un baño en el que las paredes se han convertido en un auténtico libro de firmas. «La planta de arriba no existía», cuenta Esteban. «Aquí se grabaron algunas escenas del videoclip de Ècclabô de libertá, usando un croma y diferentes cosas que teníamos», reconoce Espada.

Las paredes del baño hacen de libro de firmas para los visitantes. Alba Canovaca

Si hubiera que condensar su música en una expresión sería «folklore futurista», dos elementos significativos para ellos. Intentando siempre estar en la vanguardia y mirando hacia adelante. Para el grupo es fundamental lograr un sonido andaluz e innovador al mismo tiempo; un sonido en el que se incluyan otros géneros como Neo-folklore, Flamenco Bass, Punk-folk o Rave-Folklore. «Incorporamos sonidos orgánicos y electrónicos, creando en conjunto algo notablemente diferente. Hemos construido este proyecto con amor y ahora es el momento de llevarlo tan lejos como sea posible». 

Periodista. Comunicando y aprendiendo de todo a mi alrededor. Involucrada en el periodismo social.