Virgen de Valme. SA

¿Por qué ha venido la Virgen de Valme desde Dos Hermanas hasta Sevilla para celebrar el 775 aniversario de la Reconquista de la Ciudad? ¿Qué relación une a la protectora nazarena con el único rey castellano que la Iglesia ha reconocido, hasta el momento, como Santo?

Que Nuestra Señora de Valme Coronada es una de las devociones históricas más relevantes en toda la provincia es un hecho indiscutible. Prueba de ello es que es una de las tres imágenes de la provincia que han sido invitadas a la procesión de clausura del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular que acogerá la ciudad de Sevilla en diciembre de 2024. Pero ¿por qué? ¿Dónde hunde Valme sus raíces?

Para responder a esta pregunta hay que trasladarse al conocido como Cerro de Cuartos en el año 1248. El rey castellano Fernando III, se encontraba, en cierto modo, desesperado. Pues después de muchos intentos, la ciudad se le seguía resistiendo una y otra vez.

A pesar de que el caíd (gobernador territorial musulmán) Axataf le había propuesto varias veces al castellano una capitulación, éste siempre se había negado, pues la ciudad debía ser rendida incondicionalmente y tenía que quedar «libre et quita».

Ante la negativa musulmana de la rendición, Fernando III acudió a pedir auxilio a imagen de la Virgen que llevaba consigo y le dijo: «¡Váleme, Señora, que, si te dignas hacerlo, en este lugar te labraré una capilla, en la que a tus pies depositaré como ofrenda, el pendón que a los enemigos de España y de nuestra Santa Fe conquiste!».

Según cuenta la tradición, en ese momento el rey Santo ordenó al maestre de Santiago, Pelay Pérez Correa, que clavara su espada en el suelo, brotando al momento un manantial, la actual «Fuente del Rey», que sirvió para calmar la sed de los soldados cristianos.

Poco después de estos sucesos, el 23 de noviembre de 1248, Axataf aceptaba las condiciones de su homónimo castellano y rendía Sevilla a las tropas cristianas. Acto seguido, en cumplimiento de la promesa que había hecho, el monarca Santo construyó una ermita, entronizó a la imagen a la que había invocado y, a sus pies, colocó el pendón arrebatado a los musulmanes.