Cumple 15 años el grupo sevillano de música antigua Artefactum, con celebración este pasado miércoles en un abarrotado teatro Lope de Vega. Tres horas de música, danzas y recuerdos. 

Miguel Ybarra Otín. Es innegable la contribución que en Sevilla y Andalucía en este tiempo ha tenido el conjunto en cuanto al desarrollo de un estilo con cierto auge en nuestro país -siempre para un público minoritario-: XXVI ediciones ha cumplido el FeMÀS (Festival de Música Antigua de Sevilla), XVIII el Festival Internacional en el Camino de Santiago (en Jaca y otras localidades oscenses), XIII el Festival de Música Antigua de Úbeda y Baeza, que este viernes precisamente comenzaba con la Orquesta Barroca de Sevilla presente. Etcétera.

Artefactum se distingue por envolver en un tono más alegre y desenfadado sus actuaciones, y así lo hicieron el miércoles, en largo concierto de repaso a su historia, su repertorio y su actualidad. Introducidos por un narrador enchaquetado y sentado en mesa camilla a un ladito del escenario -simpático, siempre cómico en su texto-, la primera parte de la noche repasó estos 15 años agradeciendo a quienes con ellos han trabajado, léase por ejemplo la soprano Alicia Murillo, ahora residente en Marrakech, y también a un gran número de invitados.

Se interpretaron las composiciones de Alfonso X el Sabio en honor a la Virgen María, “Cantigas de Santa María”, siempre en el repertorio del particular grupo sevillano. Cantaron las dos sopranos actuales del grupo, Mariví Blasco y Sara Rosique, muy bien juntas en el “Ecco la primavera” de Landini. Los músicos celebraron bebiendo vino los cantos goliardos -esos clérigos y estudiantes medievales de vida irregular- de “Carmina Burana” (“Canciones de Beuern”). Pero no interpretaron el papel. Al margen de cuestiones musicales, un grupo que lleva por bandera el juglarismo debe actuar, exagerar algo unas formas que a menudo quedaban en gesto tímido, simple broma entre los músicos, comentario que ni siquiera llegaba a las butacas, pequeña broma improvisada en el silencio entre dos piezas que implicaban cambio de músicos o afinar el instrumento. Se apreció igualmente falta de horas de ensayo en las coreografías.

Con todo, y con el líder y percusionista Álvaro Garrido lesionado en un hombro, Artefactum hizo disfrutar a un público que en estos años se ha hecho fiel. Es muy loable su trabajo y su contribución. Y si se quejan, como argumentan, de un nulo apoyo institucional recibido, ¿llegará quizás algún regalo de cumpleaños?

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