Javier Iriondo en la presentación de su libro 'Donde tus sueños te lleven' /Paula Romero

A medias entre la novela y el libro de autoayuda se sitúa ‘Donde tus sueños te lleven’, un ejemplar de Javier Iriondo prologado por Pablo Motos.

Javier Iriondo es el escritor de ‘Donde los sueños te lleven’, una novela que atrapa al lector desde el principio y que realiza un profundo recorrido por la mente humana para incentivar su desarrollo personal.

Escritor primerizo, es un ex deportista profesional en EE.UU. que actualmente se dedica a dar conferencias en diversos países sobre la motivación, el marketing y la transformación personal. Además, se describe como un apasionado de la evolución del hombre, amante de la naturaleza y del deporte.

Emprendedor y soñador incurable, ha querido recoger en estas páginas toda su experiencia personal, después de pasar por una crisis emocional y salir fortalecido. Quiere transmitir a otros la seguridad y la confianza que las personas necesitan para poder reafirmarse a sí mismas.

El libro comienza tras un terrible accidente que sufre David en el Himalaya tras perder a su compañero. A su vuelta a casa, no es capaz de superar la tragedia y cae en una profunda depresión, hasta que Joshua, un misterioso maestro, aparece en su vida. Joshua decide regresar con David al Himalaya, para que se enfrente a sus miedos, y con su ayuda, es capaz de recuperar la esperanza y la fe en sí mismo.

A través de las historias y cuentos de este guía espiritual, de su sabiduría, de sus explicaciones y comprensión sobre el funcionamiento de la mente y las emociones, David se libera de su dolor y sus miedos, descubriendo una nueva fuerza en su interior que transformará totalmente su vida.

Se inspira en el accidente del montañés Iñaki Ochoa para desencadenar su novela ¿Por qué este suceso?

No es realmente así. La historia del rescate de Iñaki Ochoa me inspiró, pero está basando en el suceso de dos escaladores ingleses en los Alpes. El caso es que a veces necesitamos que ocurra una desgracia para darnos cuenta de lo que es realmente importante. Además, cuando ves la sociedad en la que estamos y la crisis por la que estamos pasando, te das cuentas de la ausencia de los valores más esenciales.

Sin embargo, aquella historia era todo lo contrario y, de alguna manera, está llena de valores. En el libro, los dos personajes que intentan rescatar a David llevan el nombre de Dennis y Horia, en homenaje a las dos personas que estuvieron en el rescate de Iñaki Ochoa. Fue una inspiración, pero por la humanidad que había en esa historia.

¿Qué hay de cada personaje en Javier Iriondo?

Mucho. Más de lo que yo pensaba. En un principio, se trata de una experiencia personal y, de alguna manera, lo que le ocurre a David es lo que me ocurre a mí en la vida real. Los sentimientos que expresa en el libro son los sentimientos que yo sentí en un momento de mi vida y, por tanto, no los tuve que imaginar. Ahora lo recuerdo con un cariño enorme, y no es ningún trauma, todo lo contrario, es un aprendizaje. La vida a veces nos enseña a base de golpes.

En un principio, me identifico con David, que poco a poco se va levantando y reconstruyendo, formándose a sí mismo. Esa experiencia personal es lo que yo quería reflejar en el libro. Hay una parte muy importante de Joshua años después donde voy intentando ayudar a otras personas para que se conquisten a sí mismos también.

¿No cree que se ha teorizado mucho sobre cómo alcanzar la paz espiritual y mental pero que en raras ocasiones se lleva a la práctica?

Ése es el gran problema de la humanidad. Hay un gran abismo entre lo que sabemos y lo que hacemos y, si hiciéramos aquello que sabemos, el mundo iría mucho mejor. ¿Por qué a veces no hacemos lo que sabemos? Porque no pensamos suficiente en los porqués, en los motivos.

A veces, nos centramos en los problemas más que en las soluciones, nos dejamos llevar por la rutina y por el entorno. Nos olvidamos de la vida que queremos para vivir y asumimos la que otros quieren que vivamos en vez de recorrer un camino propio. El mayor arrepentimiento de la mayoría de las personas al final de sus días es no haber vivido la vida como quisieron. Para hacer realmente lo que sabemos que tenemos que hacer, debemos pensar en nuestros porqués y encontrar el motivo.

A veces, funcionamos con la lógica y creemos que eso nos va a llevar a ciertos lugares, pero el mundo de la lógica no sirve realmente para nada, porque el mundo se mueve por sentimientos y emociones. Es decir, todos sabemos que fumar es malo, pero la gente sigue fumando. Tiene que haber una reflexión profunda. Estamos esperando que todo cambie ahí fuera y es al revés, tenemos que cambiar por dentro.

¿Necesitamos una escuela de inteligencia emocional?

Habría que cambiar absolutamente toda la educación, porque el 90% de la educación apenas es válida para el mundo que viene. Si revisamos la mayoría de los contenidos de la actualidad y el mundo actual, veremos que la gente está estudiando cosas que ya no valen. Hasta ahora la educación ha sido de la era industrial y para la era industrial, y todavía hoy no se ha modernizado. Tendríamos que hacer una nueva educación para la era de la tecnología y de las emociones.

Hasta ahora, la educación ha sido memorizar datos cuando esos están a un solo clic de distancia. Desde mi punto de vista, la educación hasta los 8 años debería estar dedicada a la inteligencia emocional y de valores humanos. Es decir, una educación basada en aumentar el control de las emociones y afianzar la confianza para llegar a ser mejores personas y aprender a trabajar en equipo e incrementar la creatividad, la bondad, la compasión y la empatía. Hasta los 8 años sería el momento clave para incentivar todo eso porque es cuando se está formando el cerebro de un niño. Una vez que se le ha inculcado esa confianza en sí mismo y en capacidades, comienza el conocimiento intelectual. Hay muchas personas que tienen muchos títulos pero que no poseen ninguna inteligencia emocional.

¿Por qué cree que han aumentado los de casos de depresiones, estrés, ansiedad…?

Vivimos en una sociedad de consumo que lleva décadas enviándonos mensajes a través de la publicidad y convenciéndonos de una serie de mitos o tópicos que calan en el subconsciente de las personas. Se ha instalado la idea de que la gente aprenda a valorar en función de ciertos logros o metas y la sociedad del consumo ha convencido a muchos de que para lograr la felicidad o la plenitud necesitan conseguir una serie de cosas materiales.

La gente ha comenzado a valorarse diciendo: “soy lo que tengo; entonces cuanto más tengo más soy”. En este momento, hay mucha gente perdiendo, y si tu valoración personal tiene que ver con lo que tienes y eso lo pierdes,  entonces, ¿quién eres? Ya no es sólo un problema económico, sino una pérdida de valoración personal y una pérdida de confianza en sí mismo. Hay dos crisis, una es la económica y la otra tiene que ver con la pérdida de valores y, sobre todo, la ausencia de esperanza. Cuando dejas de creer en el futuro, no tienes fuerza en el presente.

La inacabable fuente de corrupción política ha sido por esa ansia de poder, de tener y de aparentar. Esos podrán tenerlo todo menos una cosa, a sí mismos. No se puede comprar la dignidad, ni el honor, ni la paz interior. Mucha gente se ha centrado únicamente en eso y, en esa locura, se han olvidado de los valores humanos.

¿Es posible ser feliz en una sociedad consumista donde todo se basa en la sed insaciable de crear más y mayores necesidades?

Como todo en la vida, lo importante es el equilibrio y el balance. Lo que uno se tiene que plantear es qué es verdaderamente importante en la vida. Todos nos hemos hecho una serie de mapas mentales y películas de cómo debería ser nuestra vida, y ése es un lo de los mayores sufrimientos de la sociedad. Tenemos un pequeño virus metido en la cabeza que es una especie de medidor de felicidad que está comparando lo que tú crees que debería ser con lo que realmente es la realidad. Entonces, nos creamos un vacío, una sensación de que falta algo y que nos hacer sentir incompletos.

Eso se tiene que llenar desde dentro y no desde fuera porque, si no, estás metido en un círculo que nunca se acaba. La felicidad y la plenitud se consiguen de cosas que salen desde adentro hacia afuera y cuantas menos necesidades tenga uno, mejor. No hay que fijarse tanto en la necesidad como en el desarrollo personal. La evolución constante es lo que da felicidad y plenitud. Lo importante de los sueños no es conseguir cosas, sino la clase de persona en la que te conviertes en el camino.

David, con ayuda de Joshua, vuelve al Himalaya para enfrentarse a sus miedos ¿Considera que esa es la solución?

Si no te enfrentas a los miedos, ellos te van a retener. El que se enfrenta a los miedos se conquista a sí mismo y, cuando huyes de ellos, te debilitas. Tenemos que divorciarnos de esa vieja película que nos contamos de que no somos lo suficientemente buenos en algo. El que más fracasa es el que triunfa y lo hará todas las veces que sea necesario. En cambio, no gana nada aquel que nunca ha fracasado.

Todos tenemos miedos y no hay que estar esperando a hacer las cosas cuando desaparezcan, sino que hay que enfrentarse a ellos. Y, precisamente ese miedo, tiene que convertirse en un motivador.

¿Qué ocurre cuando desconocemos el origen del miedo?

Hay que hurgar para averiguarlo. A veces no somos conscientes de cuáles son, pero todos tenemos miedos y hay que aprender a ser honestos con nosotros mismos. Miedos a qué dirán, a no ser lo suficiente, al fracaso… Hay que descubrir cuáles son los miedos principales y, una vez que los localices, puedes empezar a superarlos. A veces, cuando reconoces un problema, está ya casi solucionado.

Menciona la palabra libertad varias veces en su libro. ¿Cree que en la sociedad actual, con su proceso de globalización, avance tecnológico y su panóptismo, como diría Michael Foucault, podemos llegar a ser libre realmente?

Hay que definir qué es realmente libertad. Hay mucha confusión en lo que la gente interpreta por libertad. No es lo mismo libertad que libertinaje, porque libertad es responsabilidad y libertinaje es todo lo contrario. Cada uno tiene que tomar sus decisiones y asumo que la libertad es tomar responsabilidad. Es un concepto complejo, pero cuando uno aumenta la confianza en sí mismo, es cada vez más independiente de los demás y de las opiniones de los demás. Entonces, mediante el respeto y la responsabilidad, uno tiene que intentar ser más libre.

¿Podría su libro ser útil para todas las culturas y civilizaciones?

El libro habla de emociones humanas y las emociones son las mismas en todo el mundo. Es decir, por fuera las personas podemos tener apariencias distintas y vivir vidas muy diferentes, pero, por dentro, todos sentimos igual.

Hay una cosa muy importante que está ocurriendo y es la diferencia entre Oriente y Occidente. Parece que ahora comienza a haber una reversión. Siempre se hablaba de Oriente como un lugar más espiritual donde se valoraba otra serie de acciones mientras que en Occidente imperaba un mundo más capitalista y consumista.

Sin embargo, creo que ahora está sucediendo al revés y que la crisis, en ese sentido, es positiva, ya que está poniendo los valores en orden. Aumenta la bondad, la empatía y muchos valores esenciales. En países como la India o China, se están perdiendo esos valores y están pasando a ser la sociedad consumista que somos aquí, van a pasar por el mismo proceso que nosotros. La filosofía de consumo, al final, deja un gran vacío. Satisface pero sólo un momento y ahí es donde se encuentra la diferencia entre el placer y la plenitud. El placer es opuesto a la plenitud, ya que puede ser muy divertido, pero es efímero, mientras que la plenitud perdura.

¿Cómo romper con la rutina casi doctrinaria a la que nos ha conducido el neoliberalismo? ¿Cómo pedir a familias que llegan agotadas de trabajar, mujeres que no tienen qué dar de comer a sus hijos o gente explotada para mantener una vivienda que se entrenen mental y emocionalmente?

Estamos en una vorágine donde nos hemos metido más y más cosas y la tecnología nos absorbe también y es otro de los problemas. La tecnología ha creado cosas muy buenas, pero también ha tenido grandes repercusiones en la mente. Al final, considero que es una cuestión de prioridades.

Todo el mundo nace con el mismo tiempo y la gente casi siempre encuentra el tiempo para lo que quiere. A veces, el tiempo es una buena escusa para no coger un libro, no asistir a un curso o no dedicar un espacio a desarrollarse. Hay gente que cree que sólo se aprende durante la etapa universitaria, pero no podemos dejar de aprender. Cuando eso ocurre, entramos en una recesión personal espectacular.

El gran error es pensar que estamos completos educacionalmente. Cuando uno deja de aprender, comienza a morir. La felicidad y la plenitud tienen que ver con el desarrollo personal, que te ayuda a tener mayor energía positiva. Cuando llegamos a casa, abrimos una lata de cervezas, encendemos la tele para que nos entretenga estamos actuando contrario a lo que nuestra mente quiere. A veces, lo que le estamos dando a la mente es todo lo contrario a lo que necesitamos, es decir, estamos buscando que nos entretengan para no pensar. El problema es que la vida depende de lo que pienses y sientas.

No solo estamos ante una crisis económica sino también una crisis moral, de valores. ¿El cambio ha de ser social o individual?

Social. Pero primero es un cambio individual. Mientras apuntas con el dedo índice a la sociedad, tres te están apuntando a ti. Así, cuando tomemos la decisión de cambiar individualmente, la sociedad cambiará también. Estamos enfrascados en que todos tienen que cambiar menos yo, y tenemos que empezar a mirarnos en un espejo. Estamos más ocupados diciendo cómo los demás deberían ser para sentirnos bien en lugar de empezar por nosotros mismos. No puede pedir a alguien que sea como tú quieres que sea cuando ni tú mismo eres como quieres ser.

Recurrir a libros o a técnicas profesionales, ¿fomenta el individualismo?

Cada uno tiene que ver cómo mejorar. A veces lo que necesitas es que alguien crea en ti cuando tú mismo has dejado de hacerlo. Esas respuestas las puedes encontrar en un psicólogo o en un libro. El libro no les ha cambiado la vida, pero sí que ha tocado una tecla que ha hecho que ellos tomen una decisión y esa decisión es la que está cambiando sus vidas. Hay que quitarse ese complejo de que si busco a alguien que me ayude fomento el individualismo o que la miren como un bicho raro.

¿No cree que hay  profesionales que se lucran de la debilidad emocional de las personas?

Mi propósito ha sido utilizar una parte de mi vida en la que me caí a esas alcantarillas emocionales para ayudar a otros a través de un libro. Y yo quiero contar mi experiencia esperando que pueda servir. Si luego hay personas que intenten aprovecharse de alguien, tenemos en ese sentido a los políticos y luego, mejores o peores personas. No tiene que ver con un sector concreto, sino con las personas que no tienen sus valores en orden.

¿Qué diferencia a este libro del resto de libros de autoayuda?

Está basado en experiencias personales y está escrito desde las entrañas. No es un resumen de un montón de libros de psicología, sino un libro en el que la gente se identifica. Hay un trozo de cada persona en él, porque indudablemente todo el mundo se ha caído alguna vez. No es un libro de teorías psicológicas extrañas, sino que mantiene muchas realidades, desde los propios sucesos reales hasta las propias experiencias personales.

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