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Recital del canario, marcando dos goles y participando en los otros dos, que pasó como una exhalación por Riazor e hizo suyo un partido que se puso feo cuando el Deportivo se adelantó.

El Sevilla rompió su mala racha a domicilio valiéndose de un Vitolo en estado de gracia, que tiró del equipo hacia el triunfo, con ese juego potente e inconmensurable que cuando está en forma le hace ser un futbolista determinante. Como hace apenas diez días en Mönchengladbach, el canario volvió a hacer un encuentro portentoso, marcando dos goles, forzando un penalti y provocando otro, con un centro que fue desviado por Sidnei a su portería. Vitolo fue un tornado que arrasó el pasto de RIazor allá por donde pasó, todo un vendaval inapelable en un choque en el que casi todo ocurrió al gusto del canario.

Hablar en términos de selección sobre Vitolo no es desmesurado, sino obligatorio. El extremo canario brindó este sábado un nuevo recital de fútbol físico y dinámico, acompasado con la calidad suficiente y con esa zancada en el arranque que le hace inabordable si tiene su tarde. Y eso fue lo que ocurrió en Riazor, donde el Sevilla salió mandando y poniéndose muy pronto de gol, aunque fue el Deportivo quien pegó primero, gracias a una gol de Riera, tras varios avisos de Lucas, todo ello al filo de la primera media hora de juego.

Con los locales en ventaja el Sevilla, que jugaba con Diogo en el lateral y Pareja de central como novedades con respecto al pasado domingo, sufría y pasaba sus peores momentos. En ese momento crítico irrumpió el cambio de ritmo de Vitolo, que arrancó en ataque combinando con Bacca, recogió en carrera la magnífica pared que le devolvió el colombiano y definió llegando con todo, con el oficio de los grandes goleadores.  

El empate al descanso se podía considerar justo, porque había habido momentos para los dos equipos, en el caso del Sevilla sobre todo en el primer cuarto de hora, con Banega paseando por el campo como si fuera el jardín de su casa dibujando fútbol de altura. Pero en la reanudación, aunque el Deportivo hizo un amago de tomar la iniciativa, quien puso el nervio y marcó la diferencia fue el Sevilla, que no tardó en adelantarse, de nuevo por obra de Vitolo, que culminó una fulgurante contra más propia de la play stasion que del fútbol real. Pareja puso un pase con el exterior a la derecha tremendo a Diogo, el portugués pasó a Vidal en velocidad, el catalán atrás al área, Bacca deja pasar y Vitolo machaca con un disparo raso y ajustado.  

Al poco tiempo de ponerse por delante, Emery mueve el banquillo, sacando a Mbia y Gameiro por Iborra y Bacca. Al francés le bastan escasos minutos para hacer gol, transformando sin miramientos un penalti provocado por el hombre del partido, cómo no Vitolo, que enfiló, pisó área y fue claramente derribado. Con el 1-3 y el Sevilla desperdiciando ocasiones clamorosas a la contra el partido debía quedar visto para sentencia, pero al equipo le faltó oficio, como en San Sebastián, para echar la llave al encuentro y desconectar a un Deportivo, que sobre todo de la mano de Lucas buscaba meterse en el encuentro de forma constante.

Sergio Rico salvó la primera, la segunda se fue al larguero y en el tercer intento local, esta vez por mediación de Riera, con casi 20 minutos por delante, el Depor hizo aprovechando una desaplicación defensiva del Sevilla. Lo que parecía totalmente encarrilado volvía a tomar emoción. Resucitaron los fantasmas de Anoeta, pero los riesgos del Deportivo en ataque eran excesivos y el Sevilla a la contra lo machacó, otra vez con Vitolo como protagonista, porque su centro dentro del área fue enviado por Sidnei al fondo de las mallas. 2-4 y a respirar tranquilos, pese a que un penalti en pleno descuento permitió a Lucas reducir las distancias en la última acción de un choque que fue lo que quiso Vitolo, el dueño del partido, un huracán que arrasó Riazor.