Perotti Liberec

El Sevilla dejó escapar un triunfo que tenía más que encarrilado, víctima de su permisividad atrás y su piedad arriba.

El Sevilla ha sumado un punto insuficiente ante el Slovan, afectado de nuevo por ese punto de candidez y escaso oficio que tanto daño está haciendo en determinadas fases de esta campaña. El punto es insuficiente, no porque no sirva, porque el Sevilla sigue líder, con una jornada menos y la misma distancia. El punto es insuficiente porque el Sevilla, aún con muchos habituales, es mucho mejor equipo que el Slovan Liberec, algo que demostró con creces. Puso el encuentro en suerte en el primer periodo y pudo y debió haberlo matado en la reanudación.

Pero no lo hizo y cuando en las gradas se especulaba en torno a quién sería quien hiciera el segundo, Pavelka se disfrazó de Maradona, aunque no tuvo que hacer ningún recorte, cogió un balón en la frontal de su área, se plató en la sevillista sin que le saliera nadie al paso y fusiló a Varas con un trallazo que dejó tocado a los de Emery.

Aún así, dentro de la confusión que tomó la noche desde entonces, el Sevilla tuvo la victoria en la última jugada del choque, pero el cabezazo de Cala se estrelló en el palo, precisamente lo que se llevó el Sevilla, que debió haber ganado, porque fue muy superior, pero que se tropezó en lo más llano, perdiendo en un instante de parsimonia lo que había ganado en más de una hora de juego.

El partido de esta noche guarda estrecha relación con otros que ya ha disputado el equipo en lo que va de temporada. El Sevilla jugó para ganar, mereció hacerlo, se adelantó, pero con muy poquito, con casi nada del equipo rival, se quedó sin sumar un triunfo que sin duda mereció. Pero en el fútbol los suspiros cuestan caros y eso es algo que los nervionenses ya han comprobado en sus propias carnes en varias ocasiones en lo que va de curso. Comenzó mandando el Sevilla, porque prácticamente no podía hacer otra cosa, dado que el Slovan apenas asomó la cabeza por las inmediaciones de Varas.

Con un once prácticamente nuevo con respecto al del sábado, al equipo le gustaba crear juego en la medular, donde Mbia y Cristóforo no encontraban los espacios necesarios. Reyes y sobre todo Perotti arroparon a los dos pivotes y eso hizo más peligroso el dominio sevillista, si bien se tradujo en pocas ocasiones. El merecido premio al empuje local llegó con una magnífica ejecución de falta de Diego Perotti. A esas alturas era de locos pensar en algo que no fuera la victoria.

En la reanudación al Sevilla le faltaba sólo abrochar, porque lo más difícil, que era abrir la lata, ya lo había hecho. Los nervionenses buscaron el segundo, con un Perotti lanzado, con mucha confianza. El argentino la tuvo, como también Rusescu, que lo intentó en varias ocasiones, se topó con una providencial parada de Hrosso. Mbia también se acercó a un gol que no llegaba, sin que eso pusiera nervioso al respetable, porque el Slovan no alzaba la voz en ningún momento.

Emery movió el banquillo, sacando a Rakitic, con el fin de poner más ingenio para desbaratar el apelotonamiento de piernas checas. Y en ese panorama que parecía conducir por inercia de la noche llegó el despiste fatal, la laguna defensiva que por desgracia no es aislada. Pavelka inició una contra sin oposición desde su propia área, avanzó por un pasillo sin la menor impertinencia y con un disparo soberbio activó los miedos del Sánchez Pizjuán.

Bacca y Vitolo saltaron al campo para intentar arreglar el desaguisado, pero el Sevilla no se encontró, visiblemente tocado en lo anímico y sobre todo incapaz ante un Slovan crecido. Aún así en la última jugada tuvo el que hubiera sido un gol de justicia. Rakitic desde campo propio la colgó al área, Fazio la peinó con destreza y Cala cazó un buen testarazo que desafortunadamente se estrelló en la madera. No tuvo el Sevilla ese punto de fortuna que en ocasiones es necesario para imponerse en el fútbol, pero sí de nuevo ese punto de candidez que tanto daño hace en la alta competición.

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