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El Málaga sorprendió con un inicio arrebatador, pero el Sevilla en la segunda parte se fajó y peleó el empate con corazón, pero con poca fluidez.

El Sevilla no jugó como en sus últimas comparecencias. Lejos de embestir al principio, se vio arrollado por la intensa salida de un Málaga que cuajó una primera mitad sensacional. Pero incluso bajo esas circunstancias, el equipo mereció algo más, porque en la reanudación, con un 2-1 adverso, sin claridad pero con empeño buscó la igualada y de hecho la logró, siendo anulado un gol de Coke por un riguroso fuera de juego que el linier, ante la duda, pues incluso en la televisión no se aprecia con claridad la jugada que parece estar en línea, decidió señalar.

El equipo murió volcado en el área del Málaga, con intención pero descorazonado, falto de convicción, derrotado por el arrollador comienzo local.

El Málaga fue el Sevilla. O el Sevilla que se esperaba y no se vio en La Rosaleda. Porque en esta ocasión el equipo que salió con vehemencia, presionando, robando y embotellando al contrario fue el local.
Los de Marcelino se vieron totalmente desbordados en un comienzo en el que los locales propinaron un ramillete de golpes que inevitablemente acabó en ventaja local, cuando después de que Rondón y Cazorla rozaran el tanto, Wellington cabeceó a la red libre de marca el saque de una falta.

Se temía lo peor tras el primer tanto, porque el Málaga olía la sangre hispalense y quería más, pero el Sevilla se inventó una jugada genial que culminó Luna, aprovechándose de un pase de Coke y una inteligente finta de Negredo, que dejó pasar la pelota para que el canterano en dos tiempos ajusticiase a Caballero.

Por primera vez en mucho tiempo, el fútbol le daba más de lo que merecía a un Sevilla que tenía una magnífica oportunidad para comenzar de cero. Pero lejos de amortiguar los ánimos y enfriar el ímpetu malacitano, el equipo fue sorprendido en una contra en la que tiró tarde el fuera de juego, generando Rondón un incendio en el área que aprovechó Seba Fernández, con un remate mordido que entró llorando ante la desesperación de Fernando Navarro, que impotente no pudo hacer nada por desviar el cuero, con Varas ya batido.

El segundo del Málaga fue definitivo en el primer acto, porque el Sevilla no apareció, agravándose la situación con la salida de Reyes por lesión, siendo suplido el utrerano por Babá.

El descanso fue un alivio y en la reanudación, pese a que Varas salvó los muebles al comienzo ante Isco, que le remató a quemarropa, el equipo se rehizo, sobre todo porque los de Pellegrini, lógicamente, decayeron en intensidad y perdieron el dominio.

Sin un juego limpio, sin fluidez, el Sevilla buscó el empate con corazón. Y ocasiones tuvo para ello, por ejemplo Negredo, en el 59, que vio como Demichellis le sacaba un remate de circunstancias que se colaba dentro con Caballero rebasado. La ubicuidad del argentino evitó las tablas y el choque entró en una lucha descomunal entre ambos equipos que en el campo se tradujo en excesivas imprecisiones. Manu del Moral y Trochowski salieron por Luna y Rakitic, pero el cambio de caras no mutó la postal, para nada.

Aún así, el Sevilla dispuso de su momento, ya en el tramo final del choque, cuando Coke mandó adentro con la testa un centro de Navas. El linier apreció fuera de juego de forma excesivamente rigurosa, porque viendo la imagen en televisión es imposible dilucidar si la acción era punible o no, pareciendo que el vallecano estaba en línea.

El Sevilla murió acosando al Málaga, que acabó con 10 por una descomunal entrada de Isco a Negredo, sin criterio pero con orgullo, orgullo inerme, pero orgullo al fin y al cabo. Y cayó, cayó superado por un Málaga que fue el Sevilla de anteriores jornadas, repleto de fuerza y vigor en campo adverso.

Crónica facilitada por el servicio de prensa del Sevilla FC.

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Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla, empezó en la comunicación local y actualmente trabaja para laSexta. Máster en Gestión Estratégica e Innovación en Comunicación, es miembro...