Las bienaventuradas Semana Santa y Feria de Abril de 2009 han salvado de la quema a la Junta de Andalucía, en lo que al Metro de Sevilla se refiere. El casi millón y medio de usuarios que ostenta el nuevo medio de transporte público en su primer mes de vida, ha sacado a relucir el discurso triunfalista, tanto de los altos cargos de la Junta, como del propio alcalde sevillano, Alfredo Sánchez Monteseirín.

Ángel Espínola. Es bastante fácil, sin embargo, discernir que la tardía construcción del Metro de Sevilla es más que defectuosa. Y uno de sus aspectos más graves, es la insuficiencia que sufre cuando trata de lograr su objetivo, esto es, servir a la sociedad. Muestra de ello lo dan una serie de cuestiones que paso a enumerar:

1)  El tremendo retraso que han sufrido las obras, casi tres años desde que se realizara la adjudicación del proyecto. Es el defecto que más ha utilizado la oposición para atacar a la Junta. Pero es un error que funciona más a la política para protestar contra el gobierno de turno que a la sociedad sevillana.

2)    Sólo se ha puesto en pie una línea del Metro. Ni si quiera están planteados los proyectos de las otras tres. Además, en esta primera línea hay 5 estaciones que aún no han entrado en funcionamiento. Hay que recordar que sólo una de las cinco se vio afectada por el socavón, la de Puerta Jerez.  Sin olvidar que en un principio esta primera línea tenía previsto llegar hasta Tomares, cosa que nunca hará.

3)    Una vez finalizadas las obras, llega a los oídos de los sevillanos que la Línea 1 del Metro de Sevilla cuenta con el mínimo número de trenes, de cuantas empresas se ofrecieron a realizar el proyecto. Algo que desde ya se está notando en las aglomeraciones de Feria y Semana Santa. Ello lleva a inutilizar el escaso tiempo de paso que hay entre tren y tren (unos 4 minutos en hora punta). Puesto que de nada sirve un tren rápido, directo y con poca frecuencia de paso, si cada dos paradas nos anuncian por megafonía que el tren se para por “regulación del tráfico”.

4)    Antes de entrar con temas más cotidianos, pasamos a dos problemas que han creado cierta convulsión tanto política como ciudadana. En primer lugar están las facturas del bonometro, donde aparece una empresa fiscalizadora situada en un municipio de Madrid con menos de 100 habitantes. Su domicilio se encuentra en el  número 502 de una de sus calles. Ante las protestas de FACUA y el PArtido Andalucista, la Junta aún no se ha pronunciado.

En segundo lugar, encontramos el tremendo ruido que ocasiona el metro durante todo su recorrido. Ocasionando las protestas de los vecinos de San Juan de Aznalfarache, donde el viario carece de pantallas acústicas. Tambiíen ha habido quejas en Mairena por motivos similares.

5)    Por último, se encuentran los problemas más graves de la Línea 1, los que afectan a los usuarios de a pie: masificación de trenes en momentos claves del año. Pocas agarraderas dentro de ellos. Imposibilidad de contacto telefónico en las estaciones subterráneas por la falta de repetidores.

Hay más, las máquinas expendedoras de muchas estaciones tardaron días en aceptar billetes –el mínimo recargable para el bonometro son cinco euros-. Una vez entras por la puerta hermética, no puedes volver sin perder el importe del viaje. Pagando por un servicio que no te han prestado. Por otra parte, sólo una minoría de los trenes llegan hasta la estación de Condequinto, la mayoría termina su trayecto en Cocheras.

Estas y otras infinidad de minucias hacen que el sevillano de a pie no pueda estar contento con el nuevo medio de transporte. Basta con coger un tren y oír como en cada viaje siempre hay alguien que protesta por el servicio tan chapucero que recibe.  Ante ello, no vale la excusa de la jovialidad de la Línea 1, puesto que han sido muchos los años de retrasos. Y es un medio de transporte necesario para una ciudad con tanta población. La desesperada inauguración sólo ha servido para acallar las protestas de unos pocos, y ganar el voto de otros tantos, puesto que las cosas no se han hecho bien.

Por desgracia, una verdadera izquierda tan heterogénea y dispersa, y una derecha más preocupada en aspectos esteticistas que en otra cosa, le darán de nuevo el voto al grupo que gobierna. El miedo al cambio prevalecerá en el sistema. En Sevilla ya tenemos Metro, ahora sólo falta que sirva de verdad a la sociedad.

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