Me siento en cualquier terraza de cualquier bar, al aire libre. El ombligo de octubre. La gente habla del calor, habla del cambio climático, habla del tinto de verano y yo me pregunto hasta qué punto está ocurriendo algo (algo enorme) de lo que no nos damos cuenta. Hace cuatro días me sumergía en el mar y me relamía la sal de los labios. Y sonreía de tanta luz inundándolo todo y miraba a mi alrededor y todo, absolutamente todo, era verano. Hoy, medianoche que arde, me queda Janis Joplin quebrándose la garganta mientras interpreta el antiguo Summertime (1935).
Y ahora estoy en Sevilla. El termómetro acariciando los cuarenta grados, los vestidos y las sandalias y la luz que decrece día tras día (¿qué haré sin la luz, qué haré sin la luz…?) Y la gente caminando. ¿Alguien percibe el otoño? ¿Alguien hace fotografías a las hojas secas que ya se acumulan en las aceras? Seguimos rebañando el verano, pero con los pies en la tierra. Una tierra húmeda, fértil. Un terreno recién nacido que parece prometernos algo enorme. Algo enorme.
(…)
summertime,
and the livin’ is easy