Termómetro en Sevilla | eltiempo.es

Nos vamos a extinguir, pero no de forma inminente, acabó por decir el hombre del tiempo en Canal Sur, mientras repasaba el mapa de Andalucía, todo en rojo y con cifras por encima de los cuarenta.

Esa  ha sido la canción del verano: qué caló.

La gente iba por la calle cohibida, pensando que no soportaría los cuarenta y siete grados que anunciaba la tele.

Nos han metido el miedo en el cuerpo, de manera que todo nos asusta. Si no es la pandemia, es la guerra y si no, el cambio climático…

Nuestros padres sufrieron las calores propias del verano en Andalucía. Las faenas del campo eran muy penosas y comenzaban al hacé de día. A las cuatro de la mañana se les echaba de comer a las bestias de manera que cuando salía el sol ya estaba mi padre en lo alto la loma, arando, escardando o segando, según la época del año. Antes de las diez, ya estaban los haces hechos y se empezaba a barcinar. El trigo, la cebada o la arveja se llevaban en las angarillas de los mulos hasta la era, a donde se iba haciendo la parva. Sobre las cuatro de la tarde, comenzaba la trilla.

Con un sol de justicia, nos montábamos en el trillo. Un buen sombrero, una camisa de manga larga y un pantalón debajo de la falda hacían imposible que el sol nos diera de lleno, por lo que sólo teníamos negras  las manos y los tobillos. Y entonces hacía caló, mucha caló. Pero se evitaba como se podía, aprovechando la fresquita de la mañana y la de la tarde. Ocupando el mediodía en la siesta y el descanso. Y entonces no había aire acondicionado, pero se buscaban las mejores condiciones para que el aire caliente de julio y agosto no nos diera ni de refilón. Se cerraban las puertas, se tendía una manta en el suelo, se ponía todo oscuro y se aguardaba a que llegara la tarde. Si hacía viento, se aventaba…

Se usaba entonces el sentido común, cosa que ahora parece que se nos haya olvidado con tanta tecnología, de la que cada vez dependemos más.

La otra mañana fui a abrir el móvil y tenía un mensaje en el que me ofrecía una aplicación, la última novedad, sobre el tiempo. En tan solo unos segundos, aseguraba el mensaje, podría conocer en tiempo real, cómo estaba la calle, si llovía o hacía viento, si debía llevar paraguas o sombrero… ¡con lo fácil que hubiera sido abrir la puerta del zaguán y asomar la cabeza!

Estar al tanto del tiempo se ha convertido una moda que ya no usamos para entablar conversación con un vecino, sino para presumir de quien lo tiene más grande-el móvil, se entiende-.Pues mi móvil da 47 para hoy. Los espacios dedicados a hablar del tiempo en las noticias tanto de radio como, y sobre todo de televisión, se han agrandado, duran más que cualquier otra temática.

Todos nos hemos convertidos en una especie de hombrecillos del tiempo y nos afanamos en atraparlo a cualquier hora del día para luego mostrarlo en forma de foto o vídeo, de manera que todo el mundo sepa que nosotros estábamos allí. Lo mismo nos embalsamar una superluna que pillar un resfriado mientras hacemos una foto de la escarcha en una amanecida de invierno. ¡Ay, cómo somos de noveleros!

Y si  hay que mirar las estrellas, en agosto, por eso de las perseidas, haremos una ruta nocturna, en grupo de doscientos, con lo que, para empezar, los animales de la noche procurarán esconderse, no vaya a ser que lo pisen. Y las estrellas, las constelaciones brillarán más si es posible ante tal espectáculo.

Todo el mundo en el campo, soliviantando la noche.

Digo yo que habrá que recogerse y no salir. No será de sentido común tratar de encontrar un sitio fresquito por las aceras. Mejor quedarse en casa, a la sombra y aguardar a la noche, a que refresque.

Pues no, nos quejamos de la caló y enlazamos con el cambio climático, como si fuera a ocurrir, ya pronto una glaciación, o en este caso, todo lo contrario. ¡Que el planeta está que arde!

Por culpa de la caló nos vamos a extinguir, es cierto, pero no ahora , más adelante quizás, cuando las pamplinas que tenemos encima, nos rebosen por las orejas.

Noticias de última hora: Ya pasó todo, ¡ha caído por fin la lluvia!

Maestra, especialista de francés. Titulada por la Escuela Oficial de Idiomas, colabora en La Voz de Alcalá desde el año 2003 y en el periódico local 'La higuerita' de Isla Cristina desde el año 2010....