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No hay generación, que siendo joven, no sufra el desprecio y la reprobación de sus mayores, del mismo modo, que una generación adulta, incluso anciana, no sufra los reproches de jóvenes que piensan que desperdiciaron la oportunidad, e incluso el poder que tuvieron en el pasado.

Admito que con frecuencia critico a la generación de mis progenitores. Era de esperar, hicieron una transición chapucera, con una constitución que pese a sus mitificaciones, no permite por ejemplo que un ministro reprobado pueda ser depuesto. Nos dejaron una monarquía parasitaria y un “Estado del Bienestar” que ha sido tan endeble como las sucesivas crisis han demostrado.

Pese a todo, y a las críticas que siempre te caen cuando dices estas cosas: “¿Tu qué sabrás?” “Fue lo mejor en aquel momento” “El rey garantizaba la estabilidad democrática” “Blablablablabla”; soy consciente de que se comete la injusticia que cualquier generalización implica. La misma generación que luchó contra el franquismo y lo pagó con la vida, la libertad o el exilio, también puede ser la generación que se acomodó al régimen y dejó al dictador morir en su cama. Es lo malo de las etiquetas y los sacos, que ahí se mete a todo el mundo y ya no hay salida.

El País, ese diario de referencia para tantas personas, cae en picado desde hace años. Es triste ver el ridículo que aún hacen al aparentar que no saben que Pedro Sánchez ha ganado las primarias de su partido amigo, como si no hubiera hablado ya el propio Pedro de cómo funciona el “tratamiento” que se dispensa en el diario, según te portes y comportes.

Ahora nos regalan una frívola opinión de Antonio Navalón en que, de forma ignorante y sesgada, critica a la llamada generación “Millenial” a la que acusa de ser frívola, estúpida, vaga, y que vota a Trump. Esto último es especialmente gracioso porque demuestra la poca documentación de su argumento, ya que aunque hay gente joven que ha votado al actual presidente de EE.UU. no es precisamente esa franja de edad la que lo ha decidido todo; más bien al contrario.

Decir que a esta generación sólo le interesan los filtros de sus fotos es como la injusta generalización que yo planteaba antes sobre el franquismo. También es estúpido criticar las tendencias millenials en redes sociales desde un periódico que destina cada vez más espacio a estas tendencias, como podemos comprobar en “Verne”.

Pero Navalón sólo opina, desde el diario que incluye cualquier artículo de feminismo en la sección de moda, pero opina a título personal, claro. No podemos responsabilizar a toda la plantilla de Gran Vía y derivados de su falta de profundidad.

Mi generación está acostumbrada a recibir ataques. Suelen decirnos que somos unos malcriados, y es gracioso recibir esta crítica desde gente que nos malcrió.

No valoramos nada, y no hay día que yo no agradezca a la vida la suerte que he tenido de poder estudiar más que mis mayores, y que pese a las adversidades he podido ser más dueña de mi vida que quienes me antecedieron.

Suelen acusarnos de ser ignorantes, gente tonta producto de la LOGSE, como si hubiéramos elegido algún despropósito educativo de los que nos ha tocado vivir. Para colmo, a diario observo, en las benditas malditas redes sociales, las manifestaciones gramaticales y ortográficas de la formación de esas generaciones precedentes que tanto nos critican. En esos momentos, te callas; porque aunque no lo crean, en el mundo millenial hay un reducto de educación inculcada por nuestros consentidores progenitores, y no vas a corregir o avergonzar a alguien que probablemente empezó a trabajar antes de poder decidir sobre su educación; aunque te parezca que un poquito de LOGSE tampoco les habría venido mal del todo.

Navalón es sólo el reflejo de esa gente que se siente amenazada por algo que no existe, y que de existir, simplemente es la evolución del mundo, nos guste más o nos guste menos. Piense este señor lo que piense, yo seguiré madrugando, trabajando, investigando, y dejándome la piel en mi presente y mi futuro, y por supuesto, mientras tanto, compartiré en mis redes lo que me venga en gana, sabiendo que eso no tiene porqué convertirme en gilipollas, así, de forma gratuita.

Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...