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Aún hacía sol en Sevilla cuando en la puerta de una oficina del SAE, de cuyo nombre mejor ni acordarse, una mujer decía una frase que podía resumir el sentimiento común de aquél lugar: ¿Y para esto he venido yo?

No voy a descubrir el desempleo, sobre todo a estas alturas de la película, pero sí creo que a veces, por desgana, por cansancio, por el puro hartazgo de que nos chupen la sangre, se nos olvidan cosas que deberíamos tener presentes.

Hace un buen puñado de años que el gobierno central transfirió determinadas competencias de empleo a la Junta de Andalucía. Como aquí nadie quiere soltar el dinero, el gobierno autonómico asumió la intermediación laboral entre empresas u organismos y demandantes de empleo. Se dividieron las oficinas, se repartieron el personal, y este, ahora de la Junta, pasó a tener el sueldo acorde con la nueva administración. Este cambio a su vez provocó grandes confrontaciones entre funcionarios que sintieron desarraigo en el compañerismo o envidia de sueldo, la versión que gusten.

Quizás este mal ambiente que muchos niegan, aún flota en el aire, con el añadido de la mala gestión de las interinidades y del poco interés que tanto el gobierno estatal como andaluz, tienen por acometer medidas serias en cuanto a empleo.

Con estos mimbres, todo lo que pase al cruzar esa puerta es normal. La cita previa como dogma de fé, la mitad de las mesas vacías, las ofertas que se publican en internet que son presenciales y luego resulta que no, los requisitos discriminatorios de edad, discapacidad y cualquier cosa que se quiera requerir… Ante esto, la deshumanización del personal juega un papel a lo Pilato, se lavan las manos en la invisible palangana de la burocracia. No tienen nada que ver con eso… ¡Y esa es la gran mentira!

Conozco el cuento desde hace tiempo. Cuando la cosa iba bien te hacían gráficos a color de las profesiones, su tasa de ocupación, las empresas contratantes, los requisitos. Ya entonces decían que nada era asunto suyo, y ya entonces, levanté la mano para preguntar: ¿Qué no? ¿Y la responsabilidad del SAE como organismo intermediario?

Ellos tratan, o deberían tratar con la parte contratante, Groucho a un lado. Es este organismo y no otro quien debería velar por la adecuación de los requisitos a la realidad sociolaboral de Andalucía, es también este organismo quien debería filtrar las prácticas discriminatorias, concienciando a las empresas. También estaría en juego intentar paliar, al menos en lo posible, esas ofertas falsas por parte de empleadores que realmente, ya tienen a la persona que van a contratar.

Así que es indignante que al final, después de tanta transferencia de competencias, división de las oficinas y dinero invertido a raudales, la cosa se limite a expender cartillas de desempleo y echarle un vistazo al taco de títulos que puedas presentar. Y pena de quien no lo haga, que las sanciones por no cumplir pueden ser peores aún.

Para colmo de males, el pato siempre lo paga quien lo paga. La indefensión ante el muro de la administración inmovilista es tan frustrante que es normal, y hasta limitado, exclamar lo de la señora del principio… Y es que así es imposible, así si logramos salir de la crisis será por casualidad o por inercia, no por otra cosa.  

Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...