En estos días que tan poco me gustan, en que me quejo de casi todo y me espanta en que clase de sistema estamos derivando, me he acordado de una escena que presencié hace unos meses.

Ocurrió durante un debate tras el visionado de una película. Era un acto algo particular, ya que se trataba de un ciclo de cine organizado por una fundación de carácter social. La idea era ver una película, la temática era contemporánea y social, y tras ello debatir con personas expertas en la materia y alguien implicado en la película en sí, un director, productor, actor, etc.

El público era variado, alumnos de la Olavide, personas implicadas de diferentes formas en la fundación organizadora… No se me olvidará aquella mujer que tras narrar cuan dura fue su vida en la calle se detuvo para contar, de forma más pausada y probablemente más dolorosa, como era pasar la Navidad en la calle, como era la noche del 24 de Diciembre sin cena, sin un techo, sin calor ni físico ni metafórico. El silencio se podía cortar con un cuchillo y casi me pregunté si el cineasta allí presente iba a contactar con aquella mujer al terminar el coloquio para proponerle hacer una película con todo aquello… 

La cuestión es que no sé si es por esa mujer concreta o por miles de personas como la que ella fue (su situación actual era mucho mejor) por lo que no se me quita esta especie de indignación perenne. No puedo comprender el trenecito de Zoido por las atestadas calles de Sevilla ni las horterísimas luces que las iluminan, ni ese absurdo espectáculo donde se homenajea a Cernuda… esto último es para hacer una columna aparte porque tiene mucha mandanga… Y lo peor de todo no son esas calles escaparates del alcalde y hogar de personas invisibles para el sistema, ojalá fuera tan fácil como echarle la culpa al incompetente de Juan Ignacio… Lo vomitivo es ver que hay televisiones que valen más de 2000 euros… Me estremezco al pensarlo… Una puñetera televisión puede valer eso y más. Ya no es el discurso fácil de cuánta gente comería con ese dinero, es el pensar cuanta gente hay con trabajo y que en tres meses de sueldo a duras penas suma esa cantidad…

Me asquea la Navidad, incluso con la ilusión de que me hagan regalos y de hacérselos a los míos… De verdad que hoy me paro a pensar en esto y toco fondo. No quiero participar de un sistema donde las cosas más absurdas alcanzan ese precio, donde los seres humanos se borran fácilmente del pensamiento colectivo y donde lo más importante es gastarse el dinero que no se tiene en darnos circo, porque como ya dije alguna vez, no llegamos ni al mínimo romano ya que el pan brilla mucho por su ausencia.

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Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...