Hay cosas de esta vida que nos causan rechazo, repulsión, puede que incluso asco, pero que, por esa misma curiosidad que siempre dice el dicho que mató al gato, debemos conocer de primera mano, aunque solo sea por poder hablar con conocimiento de causa.

Mi hermano me persuadió de que viera Gandía Shore. Sí, tan duro como lo leen, tan terrible como el asombro que me causaron los quince minutos que lo ví. Creo que toqué fondo al ver que discutían un chico y una chica porque uno había realizado determinado acto en la cama de otro y luego no le cambió las sábanas. Es tan absolutamente surreal que casi solo puede pensarse: “Al menos uno de ellos tiene algún tipo de escrúpulo”.

Yo quería experimentar alguna aproximación antropológica al programa, pero no sé si aquello fue posible. La cuestión es que en el fondo tengo la duda de si eso es un extracto muy aislado de la sociedad o si es gente más numerosa de lo que parece. Tampoco tengo claro si ellos perjudican a la sociedad o si, por los deterioros de esta, ellos han resultado así, como producto de un sistema deteriorado a todos los niveles.

La cosa es que aquello era una cerdada, hablando en plata, y me parece paradójico ver aquello con la muerte de Tony Leblanc tan reciente; un hombre reinventado mil veces, polifacético como pocos, ingenioso, artista, que entretenía de mil maneras sin líos de sábanas. Tal vez haya parte de la sociedad que ya no sabría entretenerse con algo como lo que él podía ofrecer, la evolución conlleva cosas buenas y regulares.

Por otra parte, si uno quiere reírse, sobre todo si quiere hacerlo por no llorar, piensen en que ya nos han vuelto a operar a Juanqui, con una prótesis de la NASA nada más y nada menos. Me imagino que será una cerámica parecida a esas de las sartenes último modelo o algo así…

La cosa es que sería interesante hacer el análisis de cuanto tardarían en operar a un señor plebeyo de su misma edad y que técnica utilizarían, y ahí ya vienen las primeras carcajadas. Bueno, y si ya vemos las imágenes de su familia feliz yendo a visitarlo, la cosa ya toma nivel. Sobre todo, me ha gustado que algunos periodistas incidan en que Urdangarín está muy delgado… No, si con la que tenemos encima nos tiene que dar pena este señor, por no llamarlo de otra manera.

En fin, pese a todo lo comentado, no tiren la tele por la ventana. Sé que dan ganas pero no lo hagan. Lo malo no es tener tele, lo malo es perder el criterio para cambiar de canal cuando la cosa se pone fea.

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Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...