Lo que más me llamó la atención de ella era esa forma tan sexy de llevar un parche, la elegancia de sobrellevar un revés, la alegría pura que rezumaba su sonrisa. Plasmaba la imagen de la vida en estado puro.
María de Villota no obtuvo los reconocimientos profesionales necesarios, su melena rubia y su cara dulce… era una mujer deportista más que, a pesar de sus logros, sólo obtuvo más de un faldón en la prensa cuando un tráiler se interpuso en su camino.
Como Álvaro Bultó, De Villota murió haciendo lo que más quería, es cierto que no fue en el acto, el destino decidió proporcionarle la despedida que se merecía y hasta le dio para escribir un libro para provocar al lector una sonrisa con dejes de añoranza.
La velocidad era su pasión, será por eso que su vida ha sido una auténtica contrarreloj. Pudo alzar la cabeza satisfecha de ser la pionera española en su género en la Fórmula 1, vivió por y para la pista, pero las pasiones son armas de doble filo que acaparan y exprimen tu vida, te dan de probar las mieles más dulces, pero si se tercia equipararán el halago con la amarga hiel. La piloto poco tiempo pudo degustar el dulce, el pasado julio de 2012 María sobresaltó a toda la sociedad entrando en boxes.
El mundo siguió de cerca la evolución de aquella joven, perdió un ojo por lo que estaba inhabilitada para continuar pilotando, lejos de sumirse en la autocompasión De Villota levantó la cabeza, cambió su aspecto y decidió que si iba a dejarse la vida en alguna competición sería en la de su propia vida, rodeada de los suyos. «La vida me ha dado una oportunidad. Si tenemos salud, amigos y familia, tenemos lo más importante y esto es lo que tenemos que transmitir», sus palabras inyectaron en la conciencia común realidad y un halo de positividad. Nunca más será una desconocida.
La admiración por María de Villota no surgió por su notable carrera deportiva, sino por algo mucho más importante, su persona, la cual ha provocado que la noticia de su muerte nos haya cogido totalmente vulnerables. La viva imagen de la superación, con parche de colores.