Lo de las compañías de teléfonos va adquiriendo tintes kafkianos que no son sino fiel reflejo de las sociedades que las encumbran. Su desfachatez me preocupa, el aguante que demostramos, también.

Belén Zurbano Berenguer. ¿Les ha pasado alguna vez que el teléfono ha dejado de tener línea, que no sonaba piiiiiii al descolgar? ¿Que de repente las luces del chisme ese que llaman router se ponen todas rojas? ¿Han vuelto un domingo tras un fin de semana relajado fuera de casa y se han encontrado con que Internet sencillamente “no va”?

Me atrevo a pensar que la inmensa mayoría ha contestado que sí maldiciendo consiguientemente a la empresa proveedora del servicio. Y después de mi peripecia de las pasadas semanas creo que ni la tradicional Telefónica-ya Movistar-, a la que todos los pobres aspirábamos a contratar algún día, se salva.

Para empezar, los precios son abusivos. A los españoles nos han visto “cara de primos” que se dice en mi tierra y después nosotros les hemos dejado hacer. Tenemos las tarifas más caras de Europa siendo los que menos poder adquisitivo poseemos. Además, se le suma que no nos proveen correctamente de los servicios, con lo cual, además de soltar una pasta mensual no es que paguemos, sino que nos estafan, que les damos dinero porque sí. Porque igual que en su día íbamos a rezar todos a la misa pues hoy hemos puesto nuestra esperanza en que ONO, Ya, Jazztel o periquita la de los palotes nos dé en algún momento el servicio por el hemos pagado.

Aunque tengo que decir que tras un largo periplo, la palma se la lleva Ya.com. Meses para instalar una línea, nula prestación de servicios, mentiras sobre soluciones aportadas que nunca se llegaron a hacer, interminables comunicaciones –¡horas!- a números 902, llamadas intempestivas en la noche –a las 22:00 los teleoperadores trabajarán, pero los que programan sus puñeteros ordenadores deberían respetar las normas de, al menos, la buena educación y no poner llamadas a esas horas- y por supuesto, ineficacia total.

Y es que, encima, son tan rematadamente déspotas –yo diría más bien chulos- que nos lo dicen tan a gusto: mira, con que llegue el 10% de lo que has contratado no incumplimos nada así que lo sentimos mucho pero no vamos a mandar un técnico. Mientras, algo tan sencillo como el gmail, sigue sin poder cargarse en mi ordenador.

Ale, y ahora, que vayan pensando otro eslogan de esos “tienes derecho a Internet”.

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