Sevilla es la ciudad más poblada de Andalucía. Su área metropolitana, compuesta por 46 municipios, tiene maravillas que sorprenden al visitante. Pero es su casco histórico, es decir, el centro de Sevilla, donde se puede disfrutar de los lugares menos conocidos y más encantadores de la ciudad. Con 3,9 kilómetros cuadrados, el casco antiguo es el más grande del territorio nacional y alberga un patrimonio histórico y cultural de los más ricos de Europa.

No es de extrañar, por tanto, que aquí sea donde se centra la mayor parte de los atractivos turísticos. Al norte limita con La Macarena, al sur con el Barrio Sur y Los Remedios, al este con Nervión y San Pablo-Santa Justa, mientras que al oeste limita con  el barrio de Triana. Para muchos visitantes y lugareños este centro histórico hace de Sevilla una de las ciudades más bonitas del mundo.

Por eso, encontrar hoteles en el centro de Sevilla no es tarea fácil, pues todos los que la visitan se quieren alojar en este lugar privilegiado. Visitar la Catedral; admirar la Giralda; pasear por el Real Alcázar, la Plaza de Santa Cruz de la Judería; o hacer una visita a la Casa de Pilatos o la Basílica de La Macarena, son de obligado cumplimiento. Lo mismo con el Museo de las Bellas Artes de Sevilla.

Los sitios menos concurridos

Pero, además de visitar todas las maravillas bien conocidas de Sevilla, lo ideal para todo viaje que se precie, es enriquecerlo con esos otros lugares menos concurridos donde descubrir el auténtico sabor de la ciudad. Lugares como “el callejón del beso”, una de las calles más estrechas del barrio de Santa Cruz, con su olor a jazmines y su penumbra, son puntos clave donde descubrir la auténtica magia del lugar.

Muy cerca de este romántico callejón, hay un conjunto de Casas Palacio en pleno centro de la judería con más de cinco siglos de historia. Lo mismo ocurre con las Atarazanas, siete naves originales de los siglos XIII y XV, que se utilizaban para construir galeras y que han sido escenario de la famosa serie “Juego de Tronos”. Otro rincón realmente especial, es la Plaza del Cabildo, una joya arquitectónica semicircular en pleno centro.

Siguiendo con joyas de la arquitectura, la iglesia de San Luis de los Franceses es una joya barroca que no se pueden perder los amantes del Arte. Además, la iglesia fue restaurada para acoger diferentes actividades culturales como la Bienal de Flamenco, que si coincide con la visita mejor que mejor. Algo totalmente diferente es el Pabellón de Marruecos, construido para la Expo 92, que sigue en pie como Fundación Tres Culturas del Mediterráneo.

Los aficionados a las culturas más antiguas, en cambio, disfrutarán con las columnas romanas de la calle Mármoles. Se trata de tres columnas que quedan en pie como vestigio y testimonio de un antiguo templo romano de la Colonia Iulia Romula de Hispalis. Y navegando por la historia, en este caso, la más tétrica, se puede echar un vistazo al Callejón de la Inquisición. Por este callejón caminaban hasta la hoguera las víctimas de este fanatismo religioso medieval.

Arte y cultura en pleno centro

Cambiando de tercio y dejando a un lado los horrores de la Iglesia Católica, el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo posee una importante colección de piezas de arte Barroco dignas de admirar. También merecen una visita, aunque sea otro tipo de arte, los grafitis del polígono San Pablo. Pasear por las callejas de este barrio obrero y fotografiar estas obras de arte callejero es toda una experiencia.

A quienes les guste el teatro, se maravillarán con el microteatro del mercado tradicional del barrio de Triana. Tan solo tres metros cuadrados de escenario dan vida a este antiguo arte de representar historias. Y continuando con la cultura, los lectores empedernidos harán bien en hacer una visita a la librería de la calle Sierpes, ubicada en un teatro de más de 1000 metros cuadrados.

Los sibaritas de la escritura no pueden perderse la papelería más antigua del territorio español. La papelería Ferrer funciona desde 1856 y es una de las más antiguas de toda Europa. Su preciosa fachada se ha mantenido intacta a lo largo del tiempo, y su interior alberga todo lo que se pueda imaginar en cuanto a material para el noble oficio de escribir. Podría ser la excusa perfecta para redactar un diario de viajes.

Hay que mencionar también en este artículo a la hermana eclipsada de la Torre del Oro, que no es otra que la Torre de Plata. De la misma época que su hermana famosa, esta torre ha quedado en el olvido, a pesar de que solo distan 200 metros entre una y otra. Seguramente su historia bien merece un poema, como los que Antonio Machado escribió en la Casa de Alba o Palacio de Dueñas, que se puede visitar para conocer mejor a este ilustre sevillano.