Parte esencial de las matemáticas de la vida: todo lo que empieza, ha de concluir.

Moe de Triana. Por un motivo u otro, por una circunstancia que tal vez dependa de nosotros, o tal vez de otros factores, pero he ahí el sino de las cosas, terminar.

Por eso mismo será, que este dos mil diez -nunca mejor dicho- tiene los días contados; los días, las horas, los minutos y los segundos, que se acabarán diluyendo en los charcos de las aceras cuando el reloj enfile la madrugá y marque con sus dos agujas las doce de la noche de un treinta y uno de diciembre.

Se marcha un año que nos ha traido cosas buenas, cosas malas, cosas regulares, pero del que sólo hemos de quedarnos con su paso. Con que se fue; con que llegó hace trescientos sesenta y cinco días dejándonos aquello que nos deparaba el destino, lo que nos ha tocado vivir y sentir durante doce meses, nos haya gustado o no, lo hayamos disfrutado o nos haya parecido inmerecido.

Por eso mismo, ahora que nos encontramos a los pies de un nuevo año y estamos a tiempo, os quiero desear a todos que os vaya de lujo durante este dos mil once; que vuestros proyectos e ilusiones se lleven a cabo en la medida de lo posible y que, por supuesto, nos sigamos viendo semanalmente por aquí para contarnos cómo nos va todo.

Por cierto, que si los mayas están en lo cierto, éste va a ser nuestro último añito por aquí. Mira por dónde más de uno no va a tener que seguir pagando hipoteca.

Un abrazo y mucha salú.

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