caballo feria

La Feria es diversión, reencuentros, bailar, alternar y no hay que negarlo, beber. Por suerte para los sevillanos la manzanilla de estos días no tiene la potencia normal, sería complicado llevar la semana en ese caso, y con el rebujito también logramos que las horas bebiendo no sean muy letales para cuerpo y mente.

Pero llega un momento en que se alcanza cierto punto de borrachera fisiológica y psicológica,  un estado mental de euforia y exaltación que te lleva a tocar el cielo o besar el albero, según los casos. En Sevilla Actualidad, donde nos preocupamos por el individuo feriante en todas sus dimensiones hemos pensado en algunas recomendaciones que podrían venir bien llegado el caso.

Utiliza lo justo el móvil

El móvil, tan útil y práctico, puede ser un mal amigo en cierto momento de euforia ferial. Te pueden dar ganas de llamar a quien no debas y lo que es peor, decir cosas que no dirías estando en tu sano juicio. Si hablamos de Whatsapp la cosa empeora porque a lo inoportuno de la interpelación habrá que sumar la deficiente ortografía y gramática que suele acompañar a estos casos. Si te llaman puede ser complicado que mantengas una conversación coherente así que limítate al minuto y resultado; dí donde estás y el destino hará el resto.

Evita los espejos

Ir al baño es aconsejable, eso es obvio, aunque esa situación propicia un momento de soledad y aislamiento que no todo el mundo resiste bien, dependerá, claro está, de las horas y el tute de cada cual. Aconsejamos que no te entretengas mucho mirándote al espejo; al igual que le ocurrió a Narciso, puede sorprenderte demasiado lo que veas al otro lado.

Comer o no comer, esa es la cuestión

Probablemente la barriga tras muchas horas bebiendo te genere sensaciones contradictorias, hartazgo y hambre a la vez.  Es complicado deducir si estás a punto de rebosar o si por el contrario comer te hace falta.  Como cada persona es un mundo lo mejor es mantenerse en cierta zona de seguridad para tantear la cuestión. No es muy aconsejable que te inclines por  la oferta gastronómica de la calle del Infierno en ese momento; la dulcería o la fritanga puede empeorar la cuestión. Desde aquí te recomendamos apelar a las verdades del barquero, que no están en otro sitio, están en las sevillanas. Concretamente hazle caso a esa que dice: «Cuantas borracheras quita ese caldo del puchero».  Una vez reconstituido con dicho elemento podrás valorar mejor si continúas comiendo o lo dejas.

La noria, sólo para valientes

En el paroxismo de la euforia ferial suele haber un amigo o amiga que se arranca y dice: ¡Vamos a la noria!  Y allá os vais, de cabeza, equivocándoos  de calle y parándoos cada cinco minutos porque alguien se ha despistado de la manada.  En este momento de reflexión que propicia el camino debes valorar si de verdad tus condiciones son las adecuadas para subir a la noria. Si tu vértigo es débil en situaciones normales ni deberías plantearte la cosa. Si todo te gira caminando por Pascual Márquez tampoco parece que debas subir. Si te sientes con una dosis aceptable de despeje, lo sentimos mucho por ti, vas a ser el encargado de que tus amigos no se maten, se mareen o expulsen fluidos durante el paseo.

Quien bebe sale en la foto

Una variable del caso anterior es que otro sujeto proponga  hacerse la foto en la típica casetita de las fotos. Siendo menos dañina esta opción que la de la noria, es más dolorosa para el ego pues la inmortalización puede hacer de la anécdota un recuerdo muy sólido. No vamos a decirte que seas el aguafiestas que se niegue, aunque si ves a la gente muy pasada puedes distraer su atención con algo del tipo: «Pedimos otra jarra y ahora vamos». Si no hay más remedio, reúne tu fuerza espiritual y sonríe, no intentes aparentar cara de seriedad manifiesta, eso empeorará la cosa mucho más.

No pensar, es la clave

Si las horas y las copas son demasiadas debes afrontar el momento de ir a casa con la mayor entereza posible. No pensar es muy importante, pensar es una trampa. Si piensas en tu estado es muy probable que notes malestares que estaban pasando desapercibidos. El peor puede ser el de los pies, se recomienda encarecidamente no pensar en los pies. Si piensas en ello la llevas clara, protagonizarás alguna de esas escenas lamentables de flamenca descalza como queriendo imitar a La Chunga, chico perdido andando como un pato o chico descalzo porque sus zapatos los lleva la flamenca que va a su lado.

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Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...