Imagen de una operación de Cirugía Plástica / Pixabay
Imagen de una operación de Cirugía Plástica / Pixabay

El pasado sábado 30 de julio fallecía una joven que, tras someterse a una operación de cirugía estética, se pasó tres meses en un coma inducido.

La víctima de lo que podría ser un homicidio entró en quirófano el pasado 26 de abril para realizarse una liposucción. Operación que consiste en la remodelación de la silueta a través de la extracción de grasa o tejido adiposo de diversos sitios del cuerpo usando una cánula o jeringa conectada a una máquina succionadora. Al día siguiente se le dio el alta a pesar de que la paciente sufría serios dolores que, según la clínica que le realizó la intervención, eran normales.

La paciente acabó ingresada en la UCI del Hospital de La Paz por una infección grave que derivó en el coma en el que ha estado durante tres meses hasta que despertó hace unas semanas, con una aparente mejoría que resultó ser temporal.

La familia de la chica ha decidido llevar su caso a los tribunales alegando un delito de lesiones por imprudencia grave. Se está investigando al cirujano que realizó la operación y a otro facultativo por un presunto delito de lesiones imprudente.

Un informe pericial de parte de la clínica descarta la «mala praxis», manteniendo que la operación estética de la joven procedió sin ningún tipo de complicaciones, pero el gerente de la clínica y otra trabajadora que se encargó del posoperatorio de la joven incurrieron en contradicciones sobre la situación de la chica. La empleada habría reconocido que la clínica conocía los síntomas que indicaban que algo no iba bien los días posteriores a la cirugía, lo que contradice la declaración del gerente.