Hablando con un amigo, llegaba a la conclusión que este es el tiempo inconcreto en que parece que no es ninguna estación, en que se mezcla el carnaval con la Cuaresma y se atisban la Semana Santa y la Feria.
La culpa en parte también es de Febrero, el maldito mes loco. Es posible que este mes nos coloque en un estado mental especial, uno en que las mujeres se creen liberadas por acudir sin complejos a ver una película en que un machista podrido de dinero se liga a una chica más bien pava: el sueño de cualquiera, sin duda. También que se disparen las ventas de un pijama hortera porque lo lleva la Esteban es un fenómeno que por casualidad o desgracia, ocurre en este mes.
Paradójicamente es también en este mes loco cuando han cambiado las tornas. Los cofrades han visto este domingo lo que es tener la ciudad cortada e inaccesible para el desarrollo de su cotidianidad católica, pues la maratón cortó y paralizó la urbe. Esta circunstancia coincidió con que en esa jornada muchísimas hermandades celebraban sus funciones principales y cada vez son menos los hermanos que viven cerca de la sede de marras, por lo que o ha sido una aventura cruzar Sevilla o directamente no se han atrevido a hacer tal cosa.
Lo dicho, cazador cazado. Alguna vez tenía que cortarse la ciudad por un motivo que no implicara un paso en la calle. Me gustaría pensar que esto ha hecho cavilar y reflexionar a algunos y algunas. Que tal vez, esa legitimidad que sienten los cofrades en Híspalis se ha visto un poco cuestionada al ponerse al otro lado de la ecuación… Me gustaría pensar eso porque soy o muy ilusa o muy tonta. La mayoría de gente no ha pensado nada, como mucho se sienten algo traicionados por Zoido, ese alcalde que siempre había sido cofrade, interista, amante de sus tradiciones… Juan Ignacio hoy se ha cambiado de acera, entiéndanme bien, y ha defendido el deporte… Si, él ha defendido el deporte… Sí, él, con esas hechuras… También ha defendido los pingües beneficios que la ciudad ha obtenido con la carrera. Me encantaría poder usar la palabra pingüe sin beneficio después, por cierto. Y esa ha sido la cosa; los cofrades intentando sortear el bloqueo, los corredores corriendo y el Alcalde, pues… ¿alcaldeando?