El Sevilla se queda a las puertas de octavos/Sevillafc

El Sevilla tardó en espabilar en Oporto, firmando una primera parte en la que faltó intensidad. En la segunda, un gol de Luis Fabiano hizo al equipo creer que el pase era posible, aunque ya era tarde para confiar. Al menos, murió de pie.

 

Sara Domínguez. En líneas generales, el partido sí daba pistas de que iba a ser un trámite en la primera mitad. El Sevilla ofrecía su versión de negados, en la que muy pocas cosas suelen salir bien. Le faltó intensidad y mordida, demasiado para tener que marcar dos goles.

Lo único que se saltaba tal guión eran las bandas, con arrancadas puntuales de Perotti y Jesús Navas que o erraban en los centros o no encontraban claros rematadores. También un tiro de Kanouté a los dos minutos que se marchó desviado.

El Oporto, posiblemente contagiado de tranquilidad, tampoco tuvo numerosas ocasiones. Eso sí, cuando las tenía, se topaban con el larguero o un Varas muy inspirado durante todo el partido, que intentaba dignificar el papel de la defensa sevillista.

Así las cosas, el encuentro entró en su segunda mitad y Manzano aprovechó para mover el banquillo. Medel saltó al campo, y la dupla Negredo-Luis Fabiano se quedó como referencia en ataque. Le salió bien al míster, por el cariz que tomó el juego sevillista y porque, en el 70′, una gran conexión entre los delanteros se tradujo en un gran pase de Negredo a Luis Fabiano, que fusila a Helton y deja lugar a la esperanza.

El partido se convirtió entonces en un chorreo de intentonas sevillistas y, ahora sí, las cosas parecían funcionar. Ayudaba que el Oporto se había quedado con diez jugadores tras la expulsión de Pereira por roja directa.

Ni siquiera Alexis aguó la fiesta final. El malagueño se autoexpulsó en una falta clara cuando ya tenía amarilla, demostrando, una vez más, que él ha venido a Nervión para hacer favores. Ya la había estado buscando antes.

El tiempo se iba consumiendo con el Oporto metido atrás, intentando solo sorprender a Varas a la contra sin éxito. En ataque, un Sevilla dispuesto no encontró los huecos, aunque cuando los tuvo, como le pasó a Perotti tras un gran pase de Navas, no los pudo aprovechar. 

Del partido pueden extraerse varias lecturas. La primera es que no pueden dejarse los deberes para el final. La segunda, más positiva, es que el Sevilla murió con las botas puestas, haciendo sufrir al rival y demostrando que iba a tener un precio eliminar al dos veces campeón de la competición. Ahora solo existe la Liga. 

 

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