Vuelve el fútbol para el Sevilla 17 días después del último partido, una larga espera que se ha hecho más pesada si cabe por la incertidumbre que se generó en Vigo.
Con 11 puntos, en zona templada de la tabla, los nervionenses afrontan este lunes uno de esos partidos que hay que ganar a toda costa, por el necesario impulso para auparse a la zona noble, pero sobre todo por ahuyentar los fantasmas de la temporada pasada, que en cierto modo se despertaron en Balaidos.
Lo bueno del fútbol es que continuamente ofrece reválidas y en la de esta noche los sevillistas deben demostrar ante su gente que ese equipo que juega como tal, con una intensidad y un sentido colectivo envidiable, no fue sólo fruto de un agradable y pasajero mes de septiembre.
El rival que llega no es ni mucho menos una perita en dulce. Todo lo que dirige Joaquín Caparrós tiene crédito, sobre todo por el barniz competitivo que el utrerano le da a los equipos que adiestra. El Mallorca, que llega con muchas bajas, al igual que el Sevilla, ha tenido un inicio de Liga muy similar al nervionense y a priori parece que será un candidato en la lucha por las plazas europeas, tanto por el nivel de su plantilla, como por la virtud de quien lo entrena.
En suma, partido vibrante, de dos equipos con abundantes recursos para ofrecer un espectáculo que requiere rúbrica final del equipo local para congraciarse con su afición y, sobre todo, para seguir creyendo en las buenas maneras de conjunto que se exhibieron hasta la derrota contra el Celta, por más que ahora Míchel tiene el reto de matizar el dibujo que tanto rédito le estaba reportando, dada la baja de larga duración de Trochowski y, en este encuentro en concreto, paliar la siempre decisiva baja del aguerrido Gary Medel, todavía víctima de la cruel resaca que propició el paso del FC Barcelona al son del silbato de Mateu Lahoz.
Previa facilitada por el Sevilla FC.