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Crónica. Una tarde de cine medianamente bien aprovechada es lo que me ha tocado vivir en esta segunda jornada del Festival de Cine Europeo de Sevilla. Una interesante cinta francesa, una abominable película portuguesa y un excesivamente largo pero muy buen documental sobre la guerra de Afganistán.

Antonio Sánchez-Marrón. La tarde comenzaba bien. Tras almorzar y saciar mi estómago, procedí a recoger mis enseres y dirigirme en compañía de algunos colegas y amigos hasta los cines de Nervión Plaza. Previamente, en el restaurante Abades Triana, donde ha tenido lugar la lectura de los nominados a los premios EFA, he tenido la suerte de hacerme una fotografía, inmortal, junto a un inquietante Luis Tosar y conocer al actor sevillano Antonio Dechent, quien nos ha revelado detalles de sus futuros proyectos.

Todo parecía ir sobre ruedas. En cuanto llegué a Nervión, cogí las entradas correspondientes a las películas que iba a visionar hoy y a las 16:00 comenzó una intensa tarde de cine que quedará para mi más profundo recuerdo.

En primer lugar, Robert Mitchum is Dead (***). Una película francesa dirigida por Olivier Babinet y Fred Kihn que prometía ser un plato interesante para comenzar. Y la verdad es que las previsiones no han fallado. Aún no siendo de lo mejor del Festival, la historia de un joven y poco agraciado actor novel que sólo sabe interpretar una escena de una antigua película del actor norteamericano Robert Mitchum no me ha decepcionado en absoluto.

Rodada en un formato casi documental y con una calidad  de imagen deficiente (como si se tratase de una cámara doméstica), los directores han mostrado el viaje que harán este actor y su representante en busca de un productor que les consiga un papel para este curioso intérprete sin excesivas energías para comenzar a trabajar. Un viaje que les llevará desde Polonia al Círculo Polar Ártico en el que sucederán un sinfín de situaciones más que curiosas. Con un guión muy bien articulado y una banda sonora que deja con la boca abierta, es un envite interesante en este SEFF´10.

En segundo lugar, y para rellenar el tiempo antes de ver el nombrado documental Armadillo, decidí acudir a ver la nueva película de Manoel de Oliveira: El Extraño Caso de Angélica (*). Podrá leer con más detalle la crítica que mi compañero Jesús Benabat realice sobre ella. Pero es imposible que yo no manifieste mi profundo malestar ante tamaña monstruosidad a la que algunos, no sin razón, defenderán escudándose en el típico argumento de «es poesía visual«.

Para finalizar la noche, tenía en mente visionar Armadillo (****). Un documental procedente de Dinamarca premiado en Cannes y que viene a Sevilla avalado por un gran éxito de crìtica y público. Y es aquí donde deseo detenerme más para expresar mi opinión. En primer lugar, he de rebatir hacia la excesiva duración del metraje. Un documental que dure más de 80 minutos comienza a ser tildado de pretencioso e incluso de sobreexcesivo. Armadillo dura 110 minutos pero por cada minuto que pasa, y he aquí lo positivo, la delgada línea roja que separa la realidad de la ficción se ve diluída a una velocidad pasmosa.

El director, Janus Metz, pasó tres meses en el campamento homónimo rodando este documental sobre un escuadrón del ejército danés que es enviado en misión logística y de seguridad a Afganistán. Los jóvenes soldados tendrán que sobrevivir sin su familia y sin los elementos que configuraban su vida anterior en un terreno que les es completamente hostil. Sus ensayos de guerra los han realizado en la península de Jutlandia y no parece que haya sido un entrenamiento útil ni completo.

Con escenas trepidantes de batalla en la que se nos somete a un caos similar al que se vive en pleno conflicto, Armadillo ahonda en la psicología de esos soldados jóvenes que son separados de sus hogares para luchar en una guerra a la cual nadie los ha llamado a participar. El director, para dotar de más realismo a la cinta, no ha optado por ser meramente un observador. Ha colocado cámaras en los cascos de los soldados transformando en real la implicación con el espectador.

Es por eso que durante todo la proyección he estado discutiendo conmigo mismo acerca de si esta es una película sobre la guerra, en la guerra o desde la guerra. El estilo documental queda apartado en algunas escenas mientras que, sobre todo en las entrevistas, es utilizado de manera ejemplar.

Sin duda, Armadillo es una película o documental (como quiera tomárselo) muy recomendable. Sin duda, una de las apuestas más interesantes de este Festival de Cine Europeo de Sevilla y todo un disfrute para aquellos espectadores que busquen respuestas convincentes acerca de la presencia de soldados en estos conflictos que ni nos van ni nos vienen y se nos quedan lejanos pensando en que son meramente juegos y pasatiempos, los cuales se cobran ingentes vidas humanas, entre las altas esferas del poder mundial.

No se pierda el final. Es ahí donde descubrirá cuanto puede llegar a cambiar la suerte, el destino o la psique de un soldado. Será testigo de horrores propios del combate y escenas duras de las que no deberá asustarse.

Porque la realidad supera con creces la ficción.

Armadillo se proyecta de nuevo en Nervión Plaza hoy 7 de noviembre a las 16:30.

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