En muchas ocasiones, cuando se elige un pregonero, se tiende a decir que se ha hecho justicia con él; en el caso de Fernando Cano-Romero esto se puede decir con mayúsculas, pues al fin supera un veto de más de veinticuatro años.
Mercedes Serrato. Cuentan las crónicas que tras su Pregón de las Glorias en el año ochenta y cinco comenzó a postularse para el atril, que en aquél tiempo era el del Lope de Vega, interrumpido un par de años por obras y trasladado al Álvarez Quintero
En lo que por aquél entonces se conocía como la Parroquia del Divino Salvador, ante la presencia de una de las devociones de este sevillano de adopción, la Pura y Limpia del Postigo, pronunció un pregón que a muchos les hizo pensar que era el preludio del de Semana Santa.
Venturas y desventuras de la vida, hicieron que este hecho se pospusiera hasta nuestros días, y es que el mundo cofrade a veces provoca estos desencuentros. Muchos decían que su no nombramiento se debía a no ser oriundo de Sevilla, pero nada más lejos de la realidad, pues aún siendo natural de la provincia de Cádiz, todos sabemos que para ser sevillano en ocasiones solo hay que sentirse como tal.
La cosa fue que en su hermandad de la Macarena se complicó un cabildo de elecciones, en el que hasta jugó baza la Santa Sede. Al final se resolvió como se resuelven muchas cosas, con un “baculazo”, que de manera invisible traía adosado el veto antes mencionado.
Este doble jerezano (de la Frontera y de los Caballeros) se ha definido como un orador, una persona más propensa a hablar que a escribir; sin embargo quienes han presenciado pregones suyos, como el antes citado de Las Glorias, refieren su buen hacer para la prosa o el verso delicado, que por supuesto está previamente escrito.
Cofrade activo, tanto en su ciudad natal como en su Híspalis adoptiva, padre de cinco hijos, habita en la casa en la que según dicen las buenas lenguas y mejores estómagos, se puede comer la mejor berza jerezana de Sevilla.
Muchos han vaticinado un pregón costumbrista con tintes muy macarenos, pero creo que cabe recordar que este cofrade traza invisibles líneas entre “puntos cardinales cofrades” de la ciudad, yendo de la calle San Fernando a San Julián, llegando al Postigo del Aceite, pasando por el barrio León y Los Terceros. Devociones que seguro tendrán sendos pasajes el próximo diez de abril.
A este antiguo trabajador de Lejía los tres sietes, no le han importado los años, los vetos, los cambios de atril y teatro, las quinielas que cada año hacen los cofrades cuando se aproxima la elección del pregonero; pues decía el refrán que el tiempo da y quita razones. A sus setenta y tres años podrá cumplir el sueño de anunciarle a Sevilla lo que ocurrirá una semana más tarde.
Buena suerte pregonero