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Crítica. Una nueva cinta de animación que ofrece entretenimiento para pequeños y mayores con un estilo visual divertido e innovador y un dibujo de personajes cuando menos innovador.

Jesús Benabat. El negocio manda y los productores de Hollywood han encontrado su particular filón que explotar hasta el hartazgo, el cine de animación.
La fórmula es bien sencilla; diríjase a un público infantil a través de atractivos anuncios publicitarios y promociones de juguetes, cromos, figuritas entre la comida y toda clase de merchandising más o menos reprobable; y el virus contagioso incubado en las mentes sugestionables de los más pequeños horadará automáticamente el camino para que los padres acudan en masa a los cines cada fin de semana.
El gran truco del cine de animación es sugerir que la película objeto de la más agresiva promoción es igualmente disfrutable para los adultos. E, indudablemente, en muchos casos lo es. Píxar/Disney se ha encargado de alcanzar unos niveles de calidad cinematográfica sorprendentemente elevados para lo que podría parecer propuestas intrascendentes, incluso la factoría Dreamworks ha cautivado a legiones de adultos gracias a la saga del cáustico ogro verde. Otras productoras como Sony (Lluvia de Albóndigas entre sus últimas creaciones) y Fox también se han sumado a un fenómeno universal que reporta cifras astronómicas en taquilla y merchandising.
Y ahora le toca el turno a Universal, que, a través de Ilumination Entertainment, lanza una nueva apuesta de animación contra la hegemonía Pixar que promete devenir en exitosa saga. Gru, mi villano favorito (Despicable me) ya arrasó en su estreno norteamericano con algo más de 60 millones de dólares en su primer fin de semana (en el mes de Julio) y ahora promete hacer lo propio en la taquilla española, en la que las primeras cifras arrojan un montante en torno a los 2,5 de euros; por lo que no es de extrañar que la maquinaria interna de la productora haya comenzado a funcionar para una secuela inmediata (a todo ello también ayuda el formato en 3D).
Lo cierto es que se agradece un producto algo diferente, muchos más fresco, a lo que se viene realizando últimamente en el mundo de la animación (dejando a un lado a los artistas de Pixar). Gru, mi villano favorito funciona como una entretenida vuelta de tuerca al dibujo esquemático de los personajes más malvados del imaginario social  colocando como protagonista a un bellaco de profesión que ansía ante todo ser reconocido como tal. Su aspecto es aborrecible; nariz ganchuda, ojeras profundas, figura encorvada, vestimentas oscuras (recuerda un poco al exigente crítico gastronómico de Ratatouille, aunque en una versión más hinchada) y un sentido del humor algo macabro.
Y sus planes no son mucho mejores. Ante el robo de la pirámide egipcia de Giza, Gru se obsesiona con la malévola misión de hurtar la luna, para lo que necesita un poderoso reductor que guarda celosamente otro villano en su morada, a la que sólo pueden acceder tres niñas huérfanas que venden galletas a domicilio. Gru no duda en adoptarlas para llevar a cabo su plan, sin embargo el cariño y la dulzura de las niñas terminarán por poner en jaque la ruindad del rufián.
La película funciona bien; es entretenida, su sentido del humor inofensivo termina por ser complaciente y su estética visual es francamente divertida, especialmente en el dibujo de los personajes. El propio Gru (en español con la voz de Florentino Fernández, en USA con la de Steve Carrell) o esa legión de pequeños obreros a los que tiene a su servicio (una mezcla entre gusanitos de maíz y los extraterrestes de Toy Story) ofrecen la comicidad necesaria para distraer a los más pequeños, mientras que los mayores pasarán un rato agradable lejos de las preocupaciones cotidianas.
También conviene reseñar la banda sonora del genial Hans Zimmer y el buen trabajo del trío de realizadores debutantes en el largometraje de animación, Pierre Coffin, Chris Renaud y Sergio Pablos. La acción se desarrolla con fluidez, ayudada por la corta duración de la película (algo menos de hora y media), entre gags más o menos explotados aunque con un espíritu de conjunto agradable y benévolo. Desgraciadamente, ni se acerca al nivel de las producciones Pixar, pero al menos supera el estancamiento de otras propuestas de animación sin chispa alguna.
Gru, mi villano favorito es entretenimiento infantil relativamente disfrutable para el público adulto. A falta de otra oferta para los más pequeños, no duden en acudir al cine y sean, por algunas horas, niños impresionables.
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